Basada en hechos reales, esta cinta cautivante y elegante, nos relata de una manera fragmentada los sucesos que llevaron a una científica a convertirse en espía soviética.
Dirección: Trevor Nunn
Judi Dench, Sophie Cookson, Tereza Srbova, Tom Hughes, Stephen Campbell Moore
La espía roja es una adaptación de la novela de Jennie Rooney publicada en el 2013, e inspirada en el caso real de Joan Stanley (Judi Dench), una mujer que fue acusada en 1999 de ser una espía rusa.
El director Trevor Nunn, un hombre formado en la Royal Shakespeare Company, nos cuenta la historia de Stanley a partir de un guion de Lindsay Shapero (The Head Hunter), utilizando el recurso de los flashbacks.
Para interpretar a la Stanley joven, se recurre a la actriz Sophie Cookson, quien encarna a una joven estudiante de Cambridge, quien en 1938 sueña con ser científica y quién establece amistad con otra estudiante llamada Sonja (Tereza Srbova), a la cual admira por su sofisticación y su aire cosmopolita y bohemio. Sonja le presenta a Joan a su primo Leo (Tom Hughes), un intelectual alemán perteneciente al partido comunista de quien se enamora perdidamente.
Pronto se sabrá que tanto Sonja como Leo son espías rusos y van a envolver a Joan en sus objetivos, cuando ella comience a trabajar con su profesor Max Davis (Stephen Campbell Moore), en un proyecto secreto encomendado por el gobierno británico para construir una bomba atómica a espaldas de sus supuestos aliados soviéticos.
Sin embargo, se revela que la conversión de Joan en una supuesta espía, no se da por amor, ni por manipulación, ni por ideología política. Joan se siente horrorizada por las tragedias de Hiroshima y Nagasaki, y cree que, si tanto Rusia como los Estados Unidos están en igualdad de condiciones, se tomará la decisión de no repetir lo que sucedió en Japón.
Tanto Cookson (la Stanley inteligente e idealista) como Dench (la Stanley cansada pero todavía inteligente e idealista), logran unas muy buenas interpretaciones. La fotografía de Zac Nicholson, la dirección de arte de Cristina Casali y el vestuario de Charlotte Walter son evocadores y preciosistas. Y la dirección de Nunn nos recuerda que los británicos son unos expertos a la hora de hacer una buena película de espías.
La espía roja puede que no apele a los gustos de las nuevas generaciones, que la pueden encontrar lenta y aburrida, pero aquellos que aprendimos a deleitarnos con el buen cine británico de antaño, la encontraremos sólida, elegante, inteligente y consistente.