El nuevo documental que celebra los cincuenta años del primer viaje a la luna, es toda una obra maestra que logra ampliar nuestro conocimiento sobre el evento y, al mismo tiempo, conmovernos de una manera profunda y permanente.
Director: Todd Douglas Miller
El 16 de julio de 1969, tres astronautas norteamericanos conocidos como Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins, emprendieron un arriesgado viaje que los llevó a la luna. Esto es tan cierto como la efectividad de las vacunas.
También es cierto que el documental For All Mankind de 1989 y First Man, la reciente película de Damien Chazelle sobre Neil Armstrong son dos obras maestras que abordan uno de los logros más impresionantes de la humanidad. Sin embargo, Apollo 11, la nueva cinta sobre el primer viaje a la luna, dirigida por Todd Douglas Miller (Dinosaur 13), es uno de los mejores documentales de todos los tiempos y un trabajo que genera la misma emoción y asombro que en 1902 generó El viaje a la luna de Georges Méliès, solo que ahora las imágenes vistas no son producto de la fantasía y los efectos especiales, sino que representan unos hechos increíbles pero ciertos.
El documental de Douglas Miller celebra los cincuenta años del viaje a la luna, de una manera en apariencia simple: como si estuviéramos viendo un documental producido en los años sesenta (época del auge del cinema verité y del cine directo), Apollo 11 se limita a mostrarnos las hermosas imágenes de archivo cedidas por la NASA (la mayoría inéditas), que documentan el despegue, el viaje de ida, la llegada a la luna y el viaje de vuelta de estos tres aventureros espaciales. No incluye ninguna narración con voz en off, como tampoco ninguna entrevista, y deja que sean las voces y los sonidos de los protagonistas y testigos en el momento de los hechos, las que nos cuenten sobre la peligrosa pero fascinante misión.
Esta estrategia es tan efectiva como espectacular. Desde 2001: A Space Odyssey, el cine no había mostrado de una manera tan grandilocuente y sublime, la obsesión del ser humano por conquistar el espacio exterior. Con una duración de 93 minutos, este documental describe la odisea de nueve días de una manera inmersiva, la cual logra hacernos sentir como parte de la historia y no como simples espectadores viendo desde la distancia a un equipo de personas con una tecnología muy inferior a la que poseemos hoy en día, arriesgándose para explorar el espacio y conquistar el único satélite natural de nuestro planeta.
Apollo 11, presentada en un glorioso formato IMAX, es una obra maestra de los documentales que amplía nuestro conocimiento sobre la misión, pero que, al mismo tiempo, logra conmover de una manera profunda y permanente: la banda sonora de Matt Morton que pone la piel de gallina (ejecutada con instrumentos electrónicos de la época); la poderosa canción Mother Country de John Stewart, escuchada por Buzz Aldrin al interior de la nave; la voz inconfundible de la leyenda del periodismo Walter Cronkite, narrando de una manera inspirada (e inspiradora) sobre el viaje para la atenta audiencia de la televisión; el discurso lleno de esperanza de John F. Kennedy sobre el futuro de la humanidad; e inclusive los rostros plenos de alegría de Nixon y Kissinger, atestiguando el despegue de los tres astronautas; despiertan a ese ser que habita en todos nosotros y que no puede evitar contemplar la luna con sorpresa, extrañamiento y fascinación.
Los teóricos de la Escuela de Frankfurt planteaban que el arte y la ciencia deben estar al servicio del ser humano para hacerlo libre y feliz. En esta época de ignorancia, opresión y oscurantismo, este documental, como obra de arte y como evidencia del progreso científico del ser humano, nos devuelve el optimismo y la esperanza de que esta especie inteligente, recursiva y creativa, todavía tiene un futuro promisorio por delante.