Pese a una sólida actuación de Zac Efron, la película sobre Ted Bundy nunca llega a explicar los motivos que llevaron a este hombre, en apariencia inofensivo, a asesinar de una manera brutal a más de treinta mujeres.
Director: Joe Berlinger
Zac Efron, Lily Collins, Angela Sarafyan, John Malkovich
Theodore Robert Bundy fue un hombre que nació en el interior de una familia religiosa norteamericana de clase media, sin ningún tipo de maltrato o abuso. Desde la adolescencia poseía dos personalidades: era un estudiante promedio que se ajustaba a las normas pero que también robaba autos y objetos de lujo.
Estudió psicología en la universidad de Washington y allí se destacó desde lo académico y por su actitud de liderazgo. En 1967 conoció y sedujo a Stephanie Brooks, también estudiante de psicología, pero ella se decepcionó por la falta de ambiciones de Bundy y terminó abandonándolo. Este, a su vez, se deprimió y abandonó la carrera. Al año siguiente se inscribió en la misma universidad en la facultad de derecho, convirtiéndose en un estudiante ejemplar y popular. Tuvo una novia llamada Meg Anders con la que duró cuatro años. Con ella era un novio tierno, pero llevaba una vida promiscua a sus espaldas. También le exigía a su pareja prácticas sadomasoquistas o que se quedara quieta durante el sexo.
El joven Bundy alternó sus estudios con actividades comunitarias e hizo parte de programas de prevención del crimen. En una ocasión, salvó a un niño de morir ahogado en una piscina y recibió una condecoración por parte de la policía. Pero, al mismo tiempo, robaba en casas y centros comerciales, espiaba a las mujeres en los dormitorios universitarios y era adicto a la pornografía violenta.
Este es el contexto previo (y tal vez necesario) para ver la película basada en la vida de Ted Bundy, donde Zac Efron, la estrella juvenil de High School Musical, encarna al carismático pero peligroso sujeto que secuestró, descuartizó, estranguló, violó, asesinó y cometió actos de necrofilia con más de treinta mujeres, mientras aparentaba ser un juicioso estudiante de derecho y un novio ejemplar para Elizabeth Kloepfer, la madre soltera interpretada por Lily Collins.
El título en inglés de esta cinta es Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile (Extremadamente perverso, asombrosamente malvado y vil), frase pronunciada por el juez de La Florida Edward D. Cowart (John Malkovich), quien sentenció a Bundy a morir en la silla eléctrica. Murió el 24 de enero de 1989 a los 42 años de edad.
El documentalista Joe Berlinger, autor de la trilogía Paradise Lost, acerca de tres adolescentes acusados de asesinar y mutilar a tres preadolescentes como parte de un ritual satánico, parecía el director perfecto para abordar la vida de Bundy, del cual también existe una estupenda serie documental en Netflix llamada Conversations with a Killer: The Ted Bundy Tapes, también dirigida por Berlinger.
Pero este es un director que debería quedarse definitivamente en el terreno del documental, y más aún, cuando recordamos que fue el autor de ese desastre llamado La bruja de Blair 2, su segunda cinta argumental.
Berlinger decide tomar un momento de la vida de Bundy y verla a través de los ojos de Kloepfer, quien aquí aparece con el nombre de Elizabeth Kendall (uno de sus seudónimos). Quienes esperaban una película plagada de brutales asesinatos se llevará una gran decepción, ya que solo veremos a Bundy como Elizabeth lo veía: un hombre atractivo, amoroso y cariñoso con la hija de ella, producto de una relación pasada. No es sino hasta que las pruebas en su contra comienzan a acumularse, que Elizabeth comienza a dudar de este hombre, en apariencia inofensivo.
La película no llega a funcionar por su falta de violencia, ni tampoco por la interpretación de Efron, la cual está muy bien. El problema de la cinta de Berlinger radica en que nunca intenta dar explicaciones sobre las razones que llevaron a Bundy a cometer esa serie de crímenes grotescos y tampoco busca hacernos entender por qué las mujeres confiaban ciegamente en él.