La directora de Bend It Like Beckham vuelve con la adaptación cinematográfica de las memorias de un joven pakistaní aspirante a escritor, que siente que la música de Bruce Springsteen le habla directamente a su corazón.
Director: Gurinder Chadha
Viveik Kalra, Kulvinder Ghir, Hayley Atwell, Dean-Charles Chapman, Aaron Phagura, Nell Williams, Nikita Mehta
La música constituye un mágico misterio. Nos estremece, nos enamora, nos cura y nos transmite emociones intensas. Y es el glorioso poder de la música, el eje sobre el que pivota la cinta de la directora nacida en Kenia, Gurinder Chadha (Bend It Like Beckham).
La música de mi vida está basada en Greetings For Bury Park, las memorias de Sarfraz Manzoor (escritor y fanático declarado de la música de “el jefe” Bruce Springsteen), quien aquí recibe el nombre de Javed, un joven pakistaní quien vive con su familia en la ciudad de Luton, Inglaterra de los años ochenta, en una época de recesión económica, racismo y xenofobia, pero también de música maravillosa.
Javed (interpretado por un estupendo Viveik Kalra), es un adolescente solitario y con un padre apegado a la tradición musulmana (Kulvinder Ghir), que pasa el tiempo escribiendo en su diario, además de poemas y letras para la banda Pop de su mejor amigo y vecino Matt (Dean-Charles Chapman). Javed sueña con salir de las sofocantes fronteras de Luton y su ilusión comienza a hacerse más fuerte, cuando Roops (Aaron Phagura), un compañero de su escuela, le presta dos cassettes de Bruce Springsteen. Es a partir de un momento de desespero y frustración, cuando Javed decide escuchar por primera vez al músico de Nueva Jersey. Y en una escena llena de magia y emoción, sentiremos el gran impacto emocional que le causa la canción Dancing in the Dark a este joven inmigrante.
El chico encuentra a varias personas que lo ayudan en su sueño: Ms. Clay, su profesora de literatura (una maravillosa Hayley Atwell); Eliza, una compañera de clase comprometida con la política liberal (Nell Williams); y Shazia (Nikita Mehta), una de sus hermanas, quien comparte los sueños de libertad de Javed. Pero aquí, la protagonista definitiva es la grandilocuente música de Springsteen, autor quien cedió los derechos de diecisiete de sus más grandes temas, para contar esta historia sobre cómo la música constituye un verdadero lenguaje universal.
Los espectadores cínicos asumirán esta película como un espectáculo cursi, como un trabajo que promueve el imperialismo norteamericano, o como la idealización de un artista que algunos ven como patriotero y manipulador. Pero quienes estamos cansados del aumento de la xenofobia y el racismo de la era Trump y que entendemos a Springsteen como un músico humanista, crítico de su sociedad y que le da voz a los que no tienen voz, nos estremeceremos con una cinta, en apariencia ingenua, que denuncia de manera inteligente la toxicidad del racismo, que comenta sobre las brechas generacionales que separan a padres e hijos, que celebra la magia del Rock, y que nos muestra cómo treinta años después, la música de Springsteen sigue siendo pertinente y necesaria.
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