Una comedia sexual para adultos protagonizada por tres niños que harán todo lo posible por asistir a una “fiesta de besos”.
Director: Gene Stupnitsky
Jacob Tremblay, Keith L. Williams, Brady Noon, Will Forte, Stephen Merchant, Midori Francis, Molly Gordon
Piense en Goonies, Stand by Me o Stranger Things sin mapas del tesoro, cadáveres o conspiraciones alienígenas y dirigida por los mismos creadores de Porky’s, Risky Business o American Pie, y se hará una idea de lo que es Buenos chicos, una alocada comedia para adultos, protagonizada por tres ingenuos pre adolescentes.
Esta película surge de la inspiración de Evan Goldberg y Seth Rogen, los productores de esa maravillosa comedia sobre jóvenes hipersexuados llamada Superbad (que convirtió en estrella a Jonah Hill). De hecho, podría pensarse en Buenos chicos como su precuela no oficial.
Obedeciendo a la clásica estructura de las comedias sobre adolescentes (los chicos quieren ir a una fiesta donde habrá sexo y alcohol, y harán todo lo posible por cumplir con su objetivo), la cinta de Gene Stupnitsky (guionista de Year One, Bad Teacher y de algunos episodios de la serie The Office), es protagonizada por los Bean Bag Boys, un trío llamado así por sus integrantes: Max (Jacob Tremblay de The Room), Lucas (Keith L. Williams) y Thor (Brady Noon).
Estos tres amigos de doce años de edad se excitan con los avatares femeninos de los videojuegos, consultan páginas de pornografía por internet para resolver sus interrogantes sobre el primer beso, y creen que los juguetes sexuales de sus padres son armas, joyería, artículos de primeros auxilios o simplemente, juguetes.
Cuando los chicos populares de la escuela invitan a Max a una “fiesta de besos”, este ve en el evento la gran oportunidad para poder besar a Brixlee (Millie Davis), el supuesto “amor de su vida”. Es por esto que presiona a los chicos para que lo inviten junto a Lucas y Thor, quienes lo apoyarán en su plan.
Sobra decir que la odisea de los Bean Bag Boys se verá obstaculizada por todo tipo de situaciones delirantes, que involucran a un costoso dron; a Hannah (Midori Francis) y Lilly (Molly Gordon), dos chicas mayores; un frasco con éxtasis con una tapa a prueba de niños; un hombre con apariencia de pedofílico (Stephen Merchant), pero mucho más nerd que los chicos y que desea comprar una tarjeta perteneciente a un juego de rol; un cruce suicida por la autopista; y un violento tiroteo con una pistola de paintball, entre otras cosas.
La trama predecible es adornada con las situaciones genuinamente hilarantes, con la humanidad aportada por sus actores (especialmente los tres niños protagonistas), y por una ingenuidad que, aunque para estos tiempos puede parecer inverosímil, aquí se siente como algo absolutamente sincero. Buenos chicos es una comedia para adultos protagonizada por niños. Pero, a diferencia de la serie animada de Netflix Big Mouth, es más tierna que obscena. Ahí es precisamente, donde radica su encanto.
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