La “abuela de la Nueva Ola Francesa” se despide con una película en la que ella misma nos guía a través de su vida y obra.
Director: Agnès Varda
El 29 de marzo de este año, Agnès Varda, figura asociada a la Nueva Ola Francesa y una de las mejores directoras de todos los tiempos, fallecería a los 90 años de edad. Como si se tratara de una especie de autohomenaje póstumo, la autora nacida en Bélgica, nos deja un testamento sobre su vida y obra, en la forma de un precioso documental titulado Varda por Agnès.
Este es el testamento personal de una artista que hace apenas dos años, nos había entregado Faces Places, uno de los mejores documentales de todos los tiempos, el cual nos sorprendió y conmovió por su ternura, su frescura, su simpleza y su gran elocuencia. Varda demostró que la innovación y la energía creativa pueden permanecer intactas hasta una edad avanzada.
La autora de clásicos como Cléo de 5 a 7 y Sin techo y sin ley, nos invita a hacer un viaje a través de sus trabajos, caracterizados por unos ojos curiosos y por una imperante necesidad de crear imágenes, como bien lo dice ella.
Varda por Agnès hace evidente el talento para la conversación de la directora, con un discurso consistente que justifica tanto sus triunfos como sus fracasos (de estos últimos es notable la cinta de 1995 Las ciento una noches de Simon Cinéma, una fantasía surrealista que incluía a los actores Robert De Niro, Jean Paul Belmondo, Anouk Aimée, Marcello Mastroianni, Alain Delon, Catherine Deneuve, Gérard Depardieu, Harrison Ford, Michel Piccoli, Jeanne Moreau, Gina Lollobrigida, Hanna Schygulla, Jane Birkin, Isabelle Adjani, Clint Eastwood y Virna Lisi, entre otros). Si alguien sabe cómo fracasar, esa es Varda.
La directora no se limita a examinar sus cortos y largometrajes, sino también explora los interrogantes promulgados por el cine mismo, por el arte en general y por el impulso del ser humano por representar la realidad. De acuerdo con Varda, cuando uno pinta, retrata o filma algo, la misma imagen nos indica qué es lo que quiere su autor.
Varda nos plantea tres ejes básicos para entender su arte: inspiración, creación y compartir. A partir de ellos, se desprenden una serie de ideas, observaciones y reflexiones que nos guían para comprender su cine, así como sus experimentos visuales (que incluyen una vídeo-instalación que intenta evocar su amor por la playa, o la proyección del entierro de un gatito que ella adoraba, en un terreno diferente al que fue enterrado, para que los niños puedan vivenciar un momento sensible e irrepetible).
Se sospecha que este último trabajo fue realizado por una mujer que sabía que se acercaba el final de sus días. Esto se hace patente de manera especial en el contundente cierre del documental, en el cual ella se desvanece y desaparece con el fotógrafo JR (su joven colaborador en Faces Places), en medio de la bruma mientras se despide sin protocolos. Los amantes del cine la extrañaremos.
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