Una familia es acosada por una sirena espectral que tiene poseído el barco en el que navegan hacia el Triángulo de las Bermudas, en una cinta de terror que le hace honor a la tradición de estrenar malas películas a comienzos del año.
Director: Michael Goi
Emily Mortimer, Gary Oldman, Jennifer Esposito
Por alguna razón inexplicable, los prestigiosos actores Gary Oldman y Emily Mortimer, se prestaron para ser los protagonistas de una terrible película de terror, cortesía de Michael Goi, un director con antecedentes en la televisión (American Horror Story, Pretty Little Liars, Riverdale), y del guionista Anthony Jewinski (autor de la estupenda The Shallows).
La posesión de Mary es una cinta que comienza en una sala de interrogatorio. La detective Clarkson (Jennifer Esposito), le pide a Sarah, una mujer alterada emocionalmente (Mortimer) que le cuente con lujo de detalles qué fue lo que sucedió con ella, con su marido y con sus hijas. Sabemos que las hijas de Sarah están bien, más no así su esposo David (Gary Oldman).
A manera de flashbacks, se nos revela que David Greer, esposo de Sarah, padre de Lindsey (Stefanie Scott) y de la pequeña Mary (Chloe Perrin), y marino que trabaja como empleado para una empresa turística en La Florida, terminó comprando un barco decadente, atraído de una manera irresistible por el navío. Luego de poner todo su empeño y sus ahorros para repararlo, la familia Greer viaja en él hacia Hamilton, un lugar cercano al Triángulo de las Bermudas, acompañados de Tommy (Owen Teague), el novio de Lindsey, y Mike (Manuel García-Rulfo), el asistente de David.
Sarah le irá revelando a la detective Clarkson los macabros sucesos que fueron sucediendo a lo largo del viaje: Tommy y Mike se enloquecen, Mary actúa como una niña poseída, Lindsey intenta ahorcarse y Sarah sufre de visiones y pesadillas. Según ella, el barco estaba poseído por un ente sobrenatural (una especie de sirena espectral) que quiere acabar con la tripulación, la cual, en medio del mar, no tiene los medios para escapar de la muerte inminente.
La posesión de Mary (nombre del barco como también el de la hija de su capitán), es una película con buenos actores y una interesante premisa, pero su desarrollo es tremendamente aburrido y plagado de lugares comunes y diálogos insulsos (pese a uno que otro sobresalto efectivo). Ya para el acto final, no nos preocupa mucho el destino final de la familia Greer y deseamos con todas nuestras fuerzas, acabar de una vez por todas con una hora y media de suplicio.
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