Mark Ruffalo toma una acertada decisión, al protagonizar un magnífico drama judicial basado en un artículo periodístico y dirigido por el maestro Todd Haynes.
Director: Todd Haynes
Mark Ruffalo, Anne Hathaway, Tim Robbins, Bill Pullman, Mare Winningham
Mientras que Tony Stark pierde su tiempo en una película infantil insulsa, Bruce Banner hace todo lo contrario en una cinta tan aterradora como pertinente. Y más aún, si se tiene en cuenta que está basada en hechos reales.
El artífice de esta magnífica historia de suspenso y denuncia social, es nada menos que Todd Haynes. Junto con Paul Thomas Anderson, Wes Anderson, Noah Baumbach y Alexander Payne, Haynes es uno de los mejores autores estadounidenses de su generación. Trabajos como Far From Heaven, I’m Not There, Carol o Wonderstruck evidencian a un artista con una gran sensibilidad y un singular talento para crear y narrar, haciendo uso de la imagen en movimiento.
En apariencia, El precio de la verdad es una cinta en la tradición de Erin Brockovich de Steven Soderbergh o The Insider de Michael Mann (ambas sobresalientes), las cuales denuncian las injusticias cometidas por las grandes corporaciones hacia el hombre común. Sin embargo, Haynes es un director que no puede conformarse con una puesta en escena tradicional.
Basada en el artículo “El abogado que se convirtió en la peor pesadilla para DuPont”, publicado en la revista del New York Times en el 2016 y escrito por el periodista Nathaniel Rich, la película de Haynes nos cuenta la odisea que tuvo que pasar el abogado originario de Cincinnati Rob Bilott, en su búsqueda de justicia (Bilott también escribió unas memorias llamadas Exposure, acerca de su batalla legal, la cual duró más de veinte años).
Bilott (un estupendo Mark Ruffalo) es un hombre que trabaja para un bufete de abogados especializado en defender a varias compañías químicas, entre ellas DuPont, el conglomerado fundado en 1802, famoso por el desarrollo de materiales como el Neopreno, el Nylon, la Lycra, el Plexiglás, el Kevlar y, por supuesto, el Teflón. Por medio de su madre, Bilott entra en contacto con Wilbur Tennant (un excelente Bill Camp), granjero de Virginia Occidental. Tennant acude al abogado para que lo ayude en su causa: según él, DuPont es la responsable de contaminar el río Dry Run Creek con desechos tóxicos, los cuales han causado la enfermedad de su ganado. Incrédulo al principio, Billot decide visitar el hogar del granjero para confirmar sus acusaciones.
Partiendo del hecho de que la esencia de un abogado consiste en defender a las personas de las injusticias, Billot se embarca de la misión de hacer que DuPont responda por los daños cometidos. Menos mal que no está solo. Su esposa Sarah (Anne Hathaway) teme por el futuro de su marido y de su familia, pero gradualmente le dará todo su apoyo; y Tom Terp (Tim Robbins), el jefe de Billot, le da vía libre a su investigación, pese a que va en contra de los intereses de la firma de abogados.
Phil Donnelly, el jefe ejecutivo de DuPont (Victor Garber), se muestra afable y colaborador al inicio, pero pronto mostrará su verdadera cara. En su indagación, Billot descubre que el vertedero tóxico no solo está afectando a los animales, sino que tiene efectos nocivos en las personas de Virginia Occidental, algo que la empresa sabía de antemano, pero de lo que hizo caso omiso, debido a los millonarios intereses económicos generados por la producción del Teflón, polímero utilizado en las alfombras donde gatean los niños y en los utensilios de cocina de uso diario como ollas y sartenes por sus características antiadherentes.
El espectador se obsesionará junto con Billot, en tratar de desenmascarar a una empresa que supuestamente está luchando por una vida mejor, pero que en el fondo solo le interesan las ganancias a costa de la salud de sus consumidores. El guion de Mario Correa y Matthew Michael Carnahan, no maquilla los hechos ni cambia los nombres; y a diferencia de Carol White, el personaje interpretado por Julianne Moore en la película Safe, dirigida por Haynes, en la que esta mujer cree que está siendo envenenada por agentes desconocidos, El precio de la verdad no nos habla sobre un delirio. El Teflón está en nuestros hogares, las evidencias están a la mano, las víctimas son reales y el dinero se sigue ganando. Esto hace que la cinta de Haynes sea más aterradora que cualquier película de zombies, monstruos, fantasmas o vampiros. Aquí, la amenaza y el peligro están frente a nosotros.
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