La secuela de Venom es más de lo mismo, pero eso no le quita su poder para divertir y entretener.
En 1988, Todd McFarlane, antes de independizarse, fundar la editorial Image e imaginarse a Spawn, creó para Marvel a un supervillano llamado Venom, un extraterrestre simbionte que primero fue un nuevo traje para Spider-Man, para luego enfrentarse a este tomando posesión del periodista fracasado Eddie Brock.
El personaje diseñado por McFarlane junto a Randy Schueller, David Michelinie y Mike Zeck, fascinó a los lectores de cómics de finales de los ochenta, tanto así que superó su estatus de enemigo del Hombre Araña, para convertirse en un antihéroe protagonista de sus propias revistas y videojuegos.
En el 2007, el actor Topher Grace encarnó a Eddie Brock en la infame tercera parte de la primera trilogía cinematográfica de Spider-Man protagonizada por Tobey Maguire. Pero en el 2018, el director Ruben Fleischer dirigió la primera película centrada en Venom, con Tom Hardy en el papel del periodista poseído por una especie de lombriz solitaria parlante, hambrienta y diabólica.
El resultado fue una cinta irregular, pero que no dejó de ser emocionante y divertida. La escena post créditos ya nos adelantaba la inminencia de una secuela, puesto que se nos mostraba a Woody Harrelson encarnando al asesino en serie Cletus Cassidy, un personaje que los lectores de cómics conocemos como el huésped de Carnage, un simbionte mucho más cruel y malvado que Venom.
Tres años más tarde, llega a las salas de cine Venom: Carnage Liberado, una secuela dirigida esta vez por Andy Serkis, el actor británico conocido por sus interpretaciones de Gollum, King Kong y Caesar el chimpancé, utilizando la técnica de la captura de movimiento. En su tercera cinta como director (la primera fue Mowgli: Legend Of The Jungle para Netflix), Serkis nos da más de lo mismo, pero enfatizando en el humor.
Aquí vemos a Brock (Tom Hardy) aceptando la convivencia con su simbionte (con la voz y la captura de movimiento del mismo Hardy) y viviendo en su desordenado apartamento, luego que su novia Anne (Michelle Williams) lo abandonara para comprometerse con el Dr. Dan Lewis (Reid Scott).
El detective Mulligan (Stephen Graham) contacta al reportero para que indague sobre las víctimas que asesinó y ocultó Cletus, quien se encuentra en prisión. Al parecer, el asesino quiere hablar con un amigo, como si se tratara de una versión barata de Hannibal Lecter, pero con la ayuda de Venom, Brock logra encontrar el paradero de las víctimas y Cletus es condenado a la pena de muerte. Pero ya todos sabemos que el destino del psicópata es convertirse en Carnage.
Cletus quiere reunirse con su amor Frances, una supervillana conocida como Shriek (Naomie Harris), a quien se le había dado por muerta, pero que en realidad se encuentra cautiva con otro grupo de personas con superpoderes en una institución clandestina. Como si se tratara de una versión barata de Asesinos por Naturaleza, Cletus y Frances se dedicarán a cometer crímenes mientras se declaran su amor mutuo.
Es una pena que la violencia inherente a un personaje como Venom (a quien podemos meter en el mismo paquete con otros antihéroes de Marvel como Deadpool o Punisher), aquí se matice al máximo para acoger a un público juvenil. Pero gracias a un elenco que posee un estatus superior a lo que ofrece esta película, y a las retorcidas historias de amor que se entretejen (Brock y Venom; Cletus y Frances; Anne y Lewis), Carnage liberado llega a funcionar.
P.D. No se pierda la reveladora escena postcréditos que incluye la aparición de un “amigable vecino”.
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