Uno de los sencillos menos oscuros de Sparks reclama “¿Cuándo voy a poder cantar My Way?”, refiriéndose al éxito alcanzado por Frank Sinatra. El director Edgar Wright nos muestra que, por más de cincuenta años, los hermanos Mael siempre han hecho música a su modo.
A menudo, el término “clásico de culto” se usa de manera equivocada. Un “clásico de culto”, es una película o un álbum que nunca tuvo éxito comercial, pero que es adorado y/o seguido por un grupo de personas que no pone en duda su calidad artística. Para su primer documental, el británico Edgar Wright (autor de esas maravillosas cintas conocidas como Shaun of the Dead, Hot Fuzz, Scott Pilgrim Vs. The World, The World’s End y Baby Driver, las cuales gozaron de un saludable éxito comercial), toma como objeto a una verdadera “banda de culto”, cuyo nombre puede que no le suene conocido a muchos: Sparks.
Al igual que Wes Anderson y Quentin Tarantino, Wright es un experto a la hora de usar la música Pop y Rock como parte integral de sus trabajos cinematográficos. Con The Sparks Brothers, su director deja que la música sea el centro y tome preponderancia sobre las imágenes. Pero eso no significa que Wright no haga uso de una gran variedad de elementos visuales para apoyar a la música, como solo un gran director de vídeo clips puede hacerlo (un talento que ha evidenciado en sus vídeos para Mint Royale, Pharrell y Beck).
Sparks es una banda norteamericana conformada en 1966 por los hermanos Ron y Russell Mael. De acuerdo con la revista Billboard, tan solo ha tenido dos sencillos que han figurado en el Hot 100: I Predict (No. 60 en 1982) y Cool Places (una colaboración con Jane Wiedlin de The Go Go’s, que alcanzó la posición No. 49 en 1983). En Inglaterra las cosas le han ido mejor al dúo, ya que desde 1974 a 1997, han logrado ubicar doce sencillos (y dos remixes) en los listados de ese país (por algo la gente cree que Sparks es una agrupación británica).
¿Por qué entonces hacer un documental de más de dos horas sobre una banda tan poco exitosa? El mismo trabajo de Wright y el testimonio de los hermanos Mael dan cuenta de ello. Al igual que Devo (otra agrupación adelantada a su tiempo y muy poco valorada), Sparks cuenta con un gran sentido del humor, con un sentido vanguardista de lo que significa complementar la música con imágenes y con un deseo imparable de romper los esquemas y con nunca conformarse con “más de lo mismo”.
Sparks puede considerarse como “el John Carter” del pop. Así como el personaje creado por Edgar Rice Burroughs en 1912 fue la inspiración para Buck Rogers, Flash Gordon, Superman, Paul Atreides y Luke Skywalker, y ahora es un personaje olvidado con tan solo una película que no fue tan exitosa como debió haber sido. Sparks ha sido la inspiración de artistas como Paul McCartney, Duran Duran, New Order, Depeche Mode, The Smiths, Faith No More, “Weird Al” Yankovic, Björk, Red Hot Chili Peppers, Sonic Youth, Ween, Franz Ferdinand (y así se rehúsen a admitirlo, los Pet Shop Boys). Pero todos estos nombres son mucho más conocidos que el de Sparks.
Es una fortuna que el excelente documental de Edgar Wright por fin saque a Sparks a la luz y le haga justicia a una banda que no ha parado de trabajar (hasta la fecha tienen 25 álbumes publicados y más de 350 canciones) y que nunca ha dejado de estar comprometida con su arte, sin importar que el éxito se le haya escapado por más de cincuenta años de carrera.
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