La segunda película de Ridley Scott en estrenarse este año, es una tragicomedia ambientada en la segunda mitad del siglo XX e inspirada en hechos reales.
Director: Ridley Scott
Lady Gaga, Adam Driver, Al Pacino, Jared Leto, Jeremy Irons, Salma Hayek
Ridley Scott, el director de Alien, Blade Runner, Thelma & Louise y Gladiador, por mencionar algunas de sus grandes obras, acusa a los millennials y a sus “jodidos teléfonos celulares” de ser los responsables del fracaso en taquilla de su cinta El último duelo, la cual se estrenó en cines a mediados de este año. Algo de razón hay en su polémica afirmación, ya que el público parece no soportar una película que implique centrar la atención por más de diez minutos sin distraerse (de ahí el éxito de las películas de Rápido y furioso que, la verdad sea dicha, se pueden ver de reojo mientras se revisa el teléfono celular, sin llegar a afectar el seguimiento de una trama casi inexistente.
En los últimos años, se ha acusado a Scott de hacer “películas aburridas”. Eso no es cierto. El abogado del crimen, Misión rescate, Todo el dinero del mundo y El último duelo, son películas maduras y bien logradas que merecían un mayor reconocimiento que el que obtuvieron sus mediocres e infantiles Éxodo: Dioses y reyes y Alien Covenant. El veterano director británico, al igual que Spielberg, está siendo castigado por querer hacer películas para un público adulto.
Continuando con la línea iniciada en Todo el dinero del mundo, que se centró en la decadencia de la familia Getty, Scott adapta para su último trabajo (el segundo en este año), el libro de Sara Gay Forden, que relata los hechos que llevaron al asesinato de Maurizio Gucci, el último líder del imperio familiar asociado a una de las marcas más reconocidas de ropa y accesorios de lujo.
A La casa Gucci se le puede acusar de ser exagerada (los herederos no están muy contentos con el retrato de la familia Gucci de Scott), de utilizar unos acentos italianos caricaturescos y estereotipados, de recurrir a elementos cursis que parecen extraídos de una telenovela latinoamericana o a escenas gratuitas de sexo que parecen sacadas de una cinta de explotación (estos son los mismos defectos de El último duelo). Pero a la película de Scott no se le puede acusar de ser aburrida, porque no lo es para nada.
Aunque el elenco incluye a las superestrellas Al Pacino, Adam Driver, Jeremy Irons y Jared Leto, quien absorbe toda nuestra atención es Lady Gaga, la cantante Pop que ya había demostrado ser una tremenda actriz, en el celebrado remake de Nace una estrella. Gaga interpreta aquí de una manera deslumbrante y poderosa a Patrizia Reggiani, la hija de un humilde empresario de transportes quien, al conocer en una fiesta al joven magnate Maurizio Gucci (Driver), hará todo lo posible por seducir al retraído pero elegante miembro de la dinastía y así poder acceder a ese mundo de estilo, poder y muchísimo dinero, del que ella no hace parte.
Rodolfo Gucci (Irons), el padre de Maurizio, se opone a la relación y termina excluyendo a su hijo del negocio familiar. Pero Patrizia tiene un plan y con paciencia y estrategia, esta heredera de Agripina y de Lady Macbeth, va a hacer que su esposo regrese al clan y acabe con sus rivales, entre los que se encuentran su orgulloso y cruel tío Aldo (Pacino) y su patético e incompetente primo Paolo (interpretado por un extravagante e irreconocible Jared Leto). El aire de tragedia griega se complementa con una pitonisa llamada Pina (Salma Hayek), quien termina convirtiéndose en cómplice del asesinato de Maurizio.
Scott no logra encontrar un balance entre el drama y la comedia, pero su fluidez y estilo característico, apoyado en la fotografía de Dariusz Wolski, el diseño de producción de Arthur Max y vestuario de Janty Yates (colaboradores habituales del director), así como en una deliciosa banda sonora (que comete algunos errores cronológicos perdonables), hace que esta mezcla entre El Padrino y Sucesión logre funcionar. Pero no se equivoquen, este es el show de Gaga.
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