El servicio militar obligatorio y la corrupción inherente al sistema desde los ojos de una madre soltera.
Director: Simón Mesa Soto
Sandra Melissa Torres, Diego Alejandro Tobón, Luciana Gallego
Como si se tratara de un homenaje a El espejo de Tarkovski, Amparo, el primer largometraje de Simón Mesa Soto (director procedente de Medellín y ganador de la Palma de Oro en Cannes por su cortometraje Leidi), comienza con el plano de un joven que es interrogado.
Este joven se llama Elías (Diego Alejandro Tobón), un chico algo retraído, quien fue capturado en una batida nocturna y obligado a prestar servicio militar en Colombia a finales de los años noventa. Como nunca terminó sus estudios y viene de una familia pobre, a Elías lo han asignado para prestar servicio en el Caquetá, una región en conflicto y donde la muerte es altamente probable.
La madre de Elías es Amparo (Sandra Melissa Torres), una mujer decidida a que no se lleven a su hijo. Amparo tiene a Karen (Luciana Gallego) una hija menor con problemas de agresividad y terquedad, y a una madre resentida que es dura con ella por ser mujer y por haber cometido errores en su vida. Su anterior pareja la abandonó para conformar otra familia y su pareja actual está casado con una de sus mejores amigas. Es así que Amparo, sin nadie que la ayude, acude al mercado negro para intentar librar a su hijo del servicio militar obligatorio. Como el precio a pagar es muy alto, Amparo tendrá que recurrir a las mentiras, a los chantajes y tomar decisiones extremas para cumplir con su misión de madre.
Desarrollada en el transcurso de un día, Amparo es una cinta que desborda crueldad y ternura por partes iguales. Vamos a ver como esta mujer es tratada como si fuera un trapo sucio por los oficiales del ejército, por sus parejas e inclusive por su hija y su madre. Pero también vamos a ver como ella ama incondicionalmente a sus hijos, pese a que ellos no le corresponden como debería. De una manera sutil y sin aspavientos, Amparo es una fuerte denuncia a los sistemas corruptos y al machismo recalcitrante.
Pese a un inicio heredero del cine de Tarkovski, esta cinta es más cercana al estilo de los hermanos Dardenne que, sin una banda sonora (la realidad no tiene música de fondo), se propone retratar las tragedias cotidianas de personas invisibles, como esta madre con un nombre que significa protección. Puede que la cinta de Mesa Soto tenga un ritmo irregular y que sus actores naturales no mantengan la fuerza que necesita una película de este tipo, pero es un autor que promete y al que hay que darle tiempo para que madure y busque su propio camino.
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