Director: Paul Verhoeven
Peter weller, Nancy Allen, Ronny Cox, Miguel Ferrer, Kurtwood Smith
En la década de los ochenta, Frank Miller (The Dark Knight Returns), Alan Moore (Watchmen) y John Wagner (Judge Dredd), confeccionaron unos cómics de superhéroes cínicos, oscuros y comprometidos políticamente, que criticaban la política cruel, inhumana y despiadada de la era de Reagan y Margaret Thatcher. La película de acción y ciencia ficción distópica del director neerlandés Paul Verhoeven, puede pensarse como una magnífica extensión de los trabajos de estos autores.
La historia de RoboCop se desarrolla en un futuro cercano (demasiado cercano, dirán algunos), en el que los índices de criminalidad se han disparado y la cultura del espectáculo liderada por los programas de televisión, ha banalizado el sexismo, la violencia y la agresión, convirtiéndola en un vil producto de consumo masivo. El policía Murphy (un excelente Peter Weller), es trasladado a la jefatura de Detroit y le han asignado a una nueva compañera llamada Lewis (Nancy Allen).
Prácticamente en su primera misión, Murphy es ejecutado salvajemente por un grupo de criminales psicópatas, liderado por Clarence Boddicker (un malévolo Kurtwood Smith). Sin embargo, este hombre caído en acción en el cumplimiento de su deber, resucitará de entre los muertos, gracias a un proyecto comandado por Morton, un yuppie sociópata, cocainómano y con aires de científico loco (José Ferrer). Murphy es transformado en un cyborg (mitad hombre, mitad máquina) y en el futuro del cumplimiento de la ley.
A RoboCop lo programan con unos comandos (que nos recuerdan a las leyes de la robótica de Asimov), y se espera que sea un policía invulnerable, pero también obediente y fácilmente controlable. Sin embargo, la parte humana de Murphy comenzará a resurgir gradualmente, y este se dará cuenta que gran parte del crimen de su ciudad (así como su propia muerte), están relacionadas con el corrupto Dick Jones (Ronny Cox), uno de los miembros directivos de la OCP, empresa privada que dirige el departamento de policía.
RoboCop puede pensarse como el puente entre el Western y el género de superhéroes. Y lo que en un principio se había concebido como una tonta película de acción «Clase B», en las astutas manos de Verhoeven se convirtió en todo un hito del cine de acción (hiperviolenta, bien actuada y satírica), y un fuerte comentario al capitalismo salvaje y a la corrupción inherente a este.
RoboCop es una cinta compacta a la que no le falta ni le sobra nada. Posee un sinnúmero de diálogos y momentos memorables y está llena de guiños y referencias. RoboCop nos recuerda a los robots Gort de The Day The Earth Stood Still y a María de Metropolis, como también a los vaqueros solitarios y de pocas palabras como Shane, Django, o el «Hombre sin nombre» encarnado por Clint Eastwood en las películas de Sergio Leone. Y ni hablar del origen trágico de Murphy (de evidentes connotaciones cristianas), y que también nos lleva a pensar en personajes como Batman o Judge Dredd.
Asimismo, la historia incluye unos apuntes crípticos colmados de veneno: Un noticiero menciona que dos ex presidentes murieron en Santa Bárbara debido a un sistema de misiles ubicado en el espacio que se salió de control (claramente se refiere a Reagan y a Nixon, quienes vivían en el sector en la época del estreno de la película); una mujer es rescatada de una manera fría y distante por RoboCop, cuando estaba a punto de ser violada (RoboCop le dispara a la entrepierna de la mujer, pero el tiro le destruye los genitales al hombre); uno de los secuaces de Boddicker se burla del empleado de una gasolinera por leer un libro de matemáticas (Verhoeven se graduó como matemático); y RoboCop practica tiro al blanco con unos frascos de compota, disparando al bebé de la marquilla con suma precisión.
Junto con Terminator, RoboCop es el reflejo de una época, pero también es todo un clásico del cine de acción, que no ha perdido un ápice de su pertinencia y genialidad.
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