Cuando todo parecía indicar que las películas psicodélicas habían llegado a su fin, aparece este viaje lisérgico disfrazado de cinta infantil.
Dirección: Ava DuVernay
Storm Reid, Reese Witherspoon, Oprah Winfrey, Mindy Kaling, Chris Pine
La novela fantástica de Madeleine L’Engle publicada en 1962 y la primera parte de la saga Time Quintet, por fin obtiene su adaptación a la pantalla grande y el resultado es todo un desconcierto.
A Wrinkle in Time, un trabajo que reflejó el interés de su autora por la ciencia y por la fe cristiana, es llevado al cine por los estudios Disney (quienes en el 2003 ya habían realizado una miniserie para la televisión) y por la directora Ava DuVernay, quien tiene en sus créditos los estupendos dramas Middle of Nowhere y Selma, así como el excelente documental 13th.
Para los iniciados, la historia es la siguiente: Meg Murry es una niña de 13 años (Storm Reid) cuyos padres son científicos. Meg se enfrenta a la misteriosa desaparición de su padre hace más de 4 años (Chris Pine) y al rechazo de sus compañeros y profesores. Sin embargo, Charles Wallace, su precoz hermano menor (Deric McCabe) ha entablado contacto con una enigmática mujer que se hace llamar «La Señora Qué» (Reese Witherspoon), que le informa a la familia que el padre de Meg ha viajado por un teseracto (que en geometría, se define como figura formada por dos cubos tridimensionales desplazados en un cuarto eje).
Acto seguido, «La Señora Qué», acompañada de «La Señora Quién» (Mindy Kaling») y «La Señora Cuál» (Oprah Winfrey), se embarcan en una misión de rescate junto a Meg, Charles Wallace y Calvin (Levi Miller), un compañero de la escuela de Meg, para tratar de encontrar al padre perdido.
Hasta aquí, la cosa es muy similar a Tomb Raider o a las novelas La historia sin fin y Momo de Michael Ende (que también tuvieron sus respectivas adaptaciones cinematográficas en los años 80). Pero todo parece indicar que la directora DuVernay era toda una fanática de las series de televisión de Sid & Marty Krofft, puesto que asume a A Wrinkle in Time como un viaje lisérgico disfrazado de película infantil, que hace quedar a H.R. Pufnstuf como si fuera un programa sobrio y coherente.
Prepárese entonces para ver a Reese Witherspoon convertirse en una lechuga voladora, a Oprah Winfrey lucir como una versión gigantesca de Gary Glitter, a Zach Galifianakis interpretar a un gurú con pestañina y a Michael Peña encarnar a una especie de marioneta hipster. A medida que esta película avanza, usted revisará si hay algo extraño en sus palomitas o si la bebida posee un ingrediente adicional.
Como los programas de Sid & Marty Krofft o las películas Tommy, Zardoz y Zabriskie Point, A Wrinkle in Time no posee en realidad una trama. Los personajes hablarán de las leyes de la física y las mezclarán con filosofía hippie y mensajes de auto-superación que apuntan a la aceptación, la autoestima, la inclusión y el anti-bullying mientras deambulan de un lado a otro y atraviesan portales. Esta cinta también podría describirse como si los Teletubbies, Dora la Exploradora y los Backyardigans hubieran descubierto la psilocibina.
Tengo que confesar que mi primera reacción como crítico fue la de condenar la película. Pero luego de decantar lo visto, creo que, en últimas, este es un trabajo muy original y demencial, extraño para estos tiempos de producciones probadas y en serie, que logra el objetivo de expandir los límites de la consciencia del público infantil, sin tener que recurrir a ningún tipo de alucinógeno o alcaloide.
Basta con pinceladas de colores refulgentes, lechugas voladoras, vestidos floripepeados y maquillajes estrambóticos, para que el público quede «tripeado». Que este sea un buen o un mal viaje, eso depende de la actitud y el estado de ánimo del espectador.