El nuevo cine rumano vuelve a evidenciar su inmensa calidad, con este relato salvaje y oscuro que no ofrece resoluciones fáciles y que dejará al espectador dislocado y perturbado.
Dirección: Constantin Popescu
Bogdan Dumitrache, Iulia Lumânare, Constantin Dogioiu
La tercera película del director rumano Constantin Popescu (luego de Portrait of a Fighter as a Young Man y Principles of Life), es un relato devastador que podría asumirse como la fusión entre la cinta Prisoners de Denis Villeneuve, Caché de Michael Haneke y Taxi Driver de Martin Scorsese.
Por medio de una aproximación hiperrealista (planos largos, silencios, momentos muertos y ausencia de banda sonora), Popescu nos cuenta la tragedia de la familia Ionescu, conformada por Tudor (Bogdan Dumitrache), Cristina (Iulia Lumânare) y los pequeños María e Ilie. Una mañana, Tudor lleva a sus niños al parque, y en un descuido que tan solo toma unos segundos, María desaparece sin dejar rastro.
El título original que Popescu le puso a su película (también escrita por él), es Pororoca, un término que en dialecto tupí-guaraní significa “gran estruendo”, y que hace referencia a un sonido largo y ensordecedor que producen las olas de gran intensidad que se generan en el lugar donde el río Amazonas se encuentra con el Océano Atlántico.
El gran estruendo aquí es producido por la inexplicable desaparición de María y las consecuencias a largo plazo en la familia Ionescu, especialmente en Tudor, cuyo sentimiento de culpa lo lleva a obsesionarse por encontrar a su hija, mientras va perdiendo gradualmente a su esposa e hijo del mismo modo que su cordura.
Esta película, que en español tiene un título más obvio y menos poético (La desaparición), no recurre a las respuestas fáciles y a las resoluciones felices, como es costumbre en este tipo de trabajos pertenecientes al género de suspenso. El tiempo pasa y cada día se sabe menos sobre el paradero de María. No hay indicios, no hay culpables y tampoco hay respuestas. Tan solo una desesperanza que aumenta día tras día.
El final de la cinta de Popescu es tan brutal como incómodo y perturbador. Así como el cine de su compatriota Cristian Mungiu (4 meses, tres semanas y dos días), el cine de Popescu evidencia el excelente estado del nuevo cine rumano.