El creador de El laboratorio de Dexter y Las chicas superpoderosas no logra evidenciar su talento en la pantalla grande.
Dirección: Genndy Tartakovsky
Con las voces de Adam Sandler, Selena Gomez, Andy Samberg, Steve Buscemi
A finales de los años noventa y a comienzos del 2000, Genndy Tartakovsky fue un monstruo de la animación, creando programas legendarios para Cartoon Network con títulos como Dexter’s Laboratory, The Powerpuff Girls, Samurai Jack y esos 25 microepisodios de Star Wars: Clone Wars, que dejaron a la trilogía de precuelas dirigida por George Lucas en un lugar vergonzoso en términos de ritmo y acción.
Por esta razón, es algo inexplicable que Tartakovsky haya pasado a la pantalla grande con una serie de productos mediocres y poco graciosos como lo son las tres películas de Hotel Transylvania.
La primera parte estrenada en el 2012, no pasó de ser una película simpática y poco original (si pensamos en The Addams Family, The Munsters, Monster Squad y Father of the Bride), que contaba la historia del Conde Drácula (con la voz de Adam Sandler), quien intentaba acercarse a su hija adolescente Mavis (con la voz de Selena Gomez), la cual se había enamorado de un torpe humano llamado Jonathan (con la voz de Andy Samberg), a la vez que intentaba administrar un hotel en compañía de sus amigos Frankenstein (Kevin James), Wayne el Hombre Lobo (Steve Buscemi), Murray la Momia (CeeLo Green), Griffin el Hombre Invisible (David Spade) y el gelatinoso Blob.
La segunda parte del 2015, fue tan solo una extensión de la primera parte que buscaba explotar la franquicia y el talento de Adam Sandler y sus amigos, y que contaba cómo el Conde Drácula buscaba de una manera ansiosa que su nieto Dennis (Asher Blinkoff), se convirtiera en vampiro.
Ahora, la tercera parte lleva a Drácula, Mavis, Jonathan, Dennis y los amigos de siempre (junto con el gigantesco perro Puppy, quien debutó en un corto que se presentó junto con The Emoji Movie) a gozar de unas merecidas vacaciones en un crucero, a la vez que Van Helsing, el acérrimo enemigo del Conde (con la voz de Jim Gaffigan y quien no había aparecido en las partes anteriores), busca venganza. Así mismo, el viudo Conde va a encontrar el amor en Ericka, la hiperactiva anfitriona del crucero (interpretada por la talentosa Kathryn Hahn).
El sentido del humor, el timing y la elegancia característica de los trabajos para la televisión de Tartakovsky, aquí desaparecen para dar lugar a una película animada ruidosa, frenética, tonta, con chistes flojos y absolutamente predecible, que no sabe explotar a sus personajes y que se reduce a un nuevo intento por exprimir una saga que se siente cansada y redundante. Cualquier persona que haya seguido las series de este director, va a encontrar sus trabajos televisivos y sus trabajos cinematográficos como dos productos diametralmente opuestos. Una cosa es una mala película animada y otra es ver como un inmenso talento para la animación es absolutamente desperdiciado.