Un gigantesco tiburón prehistórico anda suelto y Jason Statham intentará detenerlo en una cinta aburrida, vacía e innecesaria.
Dirección: Jon Turteltaub
Jason Statham, Bingbing Li, Rainn Wilson
Hace unos años, Jason Statham manifestó que no le interesaba hacer películas de superhéroes porque, según él, cualquiera puede ponerse una capa y aparecer en una pantalla verde. En su nuevo trabajo, una imitación de Tiburón llamada Megalodón, el actor británico hace exactamente lo mismo de lo que reniega, con excepción de la capa.
Esta película, acerca de un tiburón prehistórico que es liberado por accidente por un grupo de investigadores submarinos, no posee un ápice del ingenio o del sentido del humor de las películas de superhéroes de Marvel. Por el contrario, es una cinta tediosa y vacía que apela a un público con déficit de atención y un desarrollo cognitivo pobre.
Statham demostró su talento y carisma en las películas de Guy Ritchie como Lock, Stock and Two Smoking Barrels, Cerdos y diamantes y Revolver, pero también ha sido el protagonista de productos de dudosa calidad como las sagas de El transportador, Alto voltaje o Los indestructibles. Megalodon pertenece al segundo grupo.
Aquí, el actor encarna a Jonas Taylor, un buceador y paleontólogo creado para una serie de novelas escritas por Steve Alten (existen ocho libros, todos protagonizados por Taylor y el megadolón). Lo que podría haber sido una cinta de exploitation al mejor estilo de Piraña (la maravillosa imitación de Tiburón, que luego llevó a su director Joe Dante a trabajar con Spielberg en Gremlins), aquí se convierte en una película con una ridícula pretensión de seriedad (salvo en el último acto, cuando el megadolón llega a una playa colmada de millennials) y está plagada de diálogos tontos (“él luce heroico, pero tiene una actitud negativa”/”¡cómete esto, bastardo!”), así como de personajes totalmente estereotipados.
Junto a nuestro estoico héroe, encontramos a tres lindas y jóvenes chicas con peinados perfectos llamadas Suyin, Jaxx y Lori (Bingbing Li, Ruby Rose, Jessica McNamee), quienes supuestamente son una experta buceadora y científica, una experta en tecnología y una ambientalista experta en navegación (cuándo aprendieron todo eso, ¿a los 3 años? ¿cuándo tienen tiempo para peinarse?).
Entre los personajes secundarios encontramos a Mac, el mejor amigo del héroe (Cliff Curtis); un millonario codicioso llamado Morris que financia el laboratorio de investigación científica, (Rainn Wilson); DJ, un afroamericano cobarde, gritón y de comentarios chistosos (Page Kennedy); Toshi el nerd (Masi Oka); The Wall, un gordo barbado; Heller, un médico descreído (Robert Taylor); Zhang, el noble científico, jefe y padre de Suyin, el objeto de amor de muestro héroe (Winston Chao); y, por supuesto, una niña precoz (Sophia Cai) y un perrito llamado Pippin (interpretado maravillosamente por Kelly, la perrita).
No hace falta un análisis profundo para saber quiénes van a ser las víctimas del gigantesco megalodón, el cual se ve mucho más artificial que esos hombres disfrazados de Godzilla que destruían maquetas en las películas japonesas de los años sesenta. El encargado de este mega-desastre es el director John Turteltaub (autor de la divertida Jamaica bajo cero, pero también de basura como Tres pequeños ninjas), quien aquí da muy pocos asomos de humor y tampoco posee un buen sentido del ritmo. Sus secuencias de acción son tediosas, inverosímiles y aburridas.
Y si usted esperaba algún tipo de mensaje ecológico, lo único que plantea esta cinta es que a los tiburones hay que tirarles bombas, rociarlos con balas, clavarles un arpón en el ojo y abrirlos en dos antes de que nos muerdan. Todo en nombre de la “ciencia”.