El principal problema del cine colombiano no está en sus películas sino en su público. El público colombiano solo busca entretenimiento vacío y ligero, carece de formación audiovisual (tal vez por crecer viendo la basura de nuestros canales de televisión privados) y considera como “lenta”, “densa” o “aburrida”, cualquier película que intenta retar su inteligencia o presentar una propuesta original. De todas maneras, algunos trabajos realizados en nuestro país mantienen la promesa viva. Estos son los 3 mejores triunfos y las 3 peores tragedias del cine colombiano del 2018:
TRIUNFO NO. 3: AMALIA LA SECRETARIA (2018)
El director y guionista antioqueño Andrés Burgos (Sofía y el terco) le da un giro interesante a la comedia colombiana, al dejar de lado los estereotipos para mostrarnos a una secretaria cercana a la realidad (por lo menos a la nuestra). Amalia es una mujer poco atractiva, entrada en años y que todos los días madruga para llegar a la oficina. Ella es burocrática, psicorrígida, malhumorada, vengativa, ritualista, obediente a las órdenes de un jefe tiránico, pero al mismo tiempo preocupada por él. Esto hace que Amalia sea un personaje nuevo en el cine, pero al mismo tiempo muy familiar para el espectador.
Es muy refrescante encontrar en las salas una comedia colombiana que no recurre a la sobreactuación y a los chistes flojos. Amalia la secretaria, aunque no es perfecta y su bajísimo presupuesto es evidente, nos presenta hábilmente a una persona que muchos no queremos conocer.
TRAGEDIA No. 3: TR3S ESCAPULARIOS (2018)
Tr3s escapularios, la cinta del girardoteño Felipe Aljure (autor de la sobrevalorada La gente de la universal), por fin llega a estrenarse oficialmente, luego de cuatro años de permanecer en el limbo.
La película de Aljure es un producto nihilista lleno de violencia y sexo gratuito, que le debe mucho al cine de Roger Corman, Sam Peckinpah y Jack Hill, pero que es víctima de tres heridas mortales: un deficiente trabajo actoral de sus protagonistas, un ritmo irregular y una ausencia de estilo. Dichos factores le causan una herida mortal que le impide calificarse como un trabajo decente de cine clase “B” y mucho menos como una obra que denuncia la violencia imperante en Colombia.
TRIUNFO No. 2: VIRUS TROPICAL (2018)
Virus Tropical es la adaptación de la novela gráfica del mismo nombre, escrita y dibujada en el 2011 por Paola Andrea Gaviria Silguero, una mujer de origen ecuatoriano y colombiano, mejor conocida bajo el seudónimo de Power Paola.
Al igual que sus influencias Marjane Satrapi (Persepolis) y Julie Doucet (Dirty Plot), Power Paola utiliza el lenguaje del cómic para realizar una autobiografía, en la que cuenta de una manera sincera, catártica y sin restricciones, acerca de la dinámica disfuncional de su familia, la relación con sus hermanas, su despertar sexual, sus sueños y aspiraciones.
Virus Tropical no es una película perfecta, pero es una obra que logra tocar el corazón y que abre una ventana muy personal, para que podamos espiar ese fascinante mundo de la psique femenina.
TRAGEDIA No. 2: ¿CÓMO TE LLAMAS? (2018)
¿Cómo te llamas? Intenta contar a partir de elipsis, la historia de dos mujeres llamadas Eva (Silvia Varón) y Candela (Alejandra Lara), las cuales se conocen, se enamoran y luego se separan. Candela es una directora de cine y luego convertida en profesora universitaria (al igual que la Caudeli en la vida real), y Eva es una actriz que participa en la película de Candela y que termina involucrándose sentimentalmente con su directora. Aunque la película intenta mostrarnos las razones de su enamoramiento a partir del diálogo, la pobreza de este, así como la enorme falta de calibre actoral por parte de las protagonistas, hacen que Candela y Eva se perciban como unas personas superficiales, odiosas e inmaduras envueltas en una relación que cualquier terapeuta más o menos consciente, recomendaría terminar enseguida.
¿Cómo te llamas? busca ser una película romántica profunda y termina siendo todo lo contrario. Sin embargo, este producto pseudo-paródico que no tiene nada que hacer si se le compara con obras como La vida de Adéle o Call Me By Your Name, bien podría utilizarse en clases de psicología para explicar lo que significa el concepto de “relación tóxica”.
TRIUNFO NO. 1: PÁJAROS DE VERANO
Luego del rotundo éxito tanto crítico como comercial de El abrazo de la serpiente (primer largometraje colombiano en ser nominado a un Premio Oscar), el director Ciro Guerra regresa con Pájaros de verano, un título que puede llegar a desorientar al espectador con relación a la temática abordada.
Codirigida por Cristina Gallego (esposa del director), esta cinta sobre el narcotráfico colombiano, nos cuenta una historia que no han llegado a tocar ni las infames “narco-novelas” ni películas norteamericanas como Soplo, Escobar: Paraíso perdido o Barry Seal: Solo en América. Pájaros de Verano (nombre utilizado para identificar a los traficantes), es un brutal relato sobre los orígenes del comercio de la marihuana, el cual comenzó a darse a finales de los años sesenta en la Guajira colombiana.
Con una excelente factura, hablada en su mayoría en dialecto Wayúu y con una fotografía evocadora a cargo de David Gallego, la cinta es un contundente relato sobre el auge y caída de un hombre que buscaba conformar una familia a partir de los medios equivocados. Esta es una cinta impactante y de una extraña belleza, que vuelve a confirmar el talento de Ciro Guerra como director y que evidencia un maravilloso debut para su co directora.
TRAGEDIA NO.1: PERÍODO DE PRUEBA
Cuando parecía que la comedia colombiana había tocado fondo con Regreso al colegio, un producto deplorable que no alcanzaba a cumplir con los requisitos mínimos para ser clasificada como “película de cine”, llega a las pantallas un producto aún peor: Período de prueba.
Este desperdicio de tiempo y dinero, cuya calidad está muy por debajo de lo que podría llamarse “video de aficionado”, intenta contar la poco interesante historia de Manuel (interpretado de manera ultra-odiosa por Jimmy Vásquez). Manuel es un hombre chillón, antipático, consentido, mal hablado y con tendencias onanistas, que vive con unos padres que debieron haberlo abortado y quien, al ser presionado para que consiga un trabajo, termina concursando para obtener el puesto de administrador en un lujoso restaurante.
Adentrarse en los detalles de Período de prueba constituye una tarea superflua e inútil, puesto que su guión está colmado de problemas lógicos que hasta un niño de siete años podría detectar y hasta corregir. Y tampoco quiero hablar de la fotografía nauseabunda, los escenarios tan acartonados que harían sonrojar a El chavo, la edición que parece realizada con un serrucho sin filo y la música que se siente como uñas rasgando un tablero.
Período de prueba se olvida por completo del objetivo esencial de toda comedia el cual es hacer reír. Es tan fastidiosa que los espectadores tendrán que evitar mirar a la pantalla, para no sentir vergüenza ajena y para no adquirir la fuerte migraña que dará como resultado de tener que soportar esta diarrea explosiva que se hace pasar como “película de cine”.