Vice (El vicepresidente) (2018)

La tragicomedia basada en la vida de Dick Cheney, el vicepresidente de los Estados Unidos en el mandato de George W. Bush, es toda una obra maestra de la cinematografía.

Christian Bale, Amy Adams, Steve Carell, Sam Rockwell

Dirección: Adam McKay

Adam McKay, el director que inició su carrera cinematográfica con Anchorman (la estupenda sátira sobre el mundo del periodismo protagonizada por Will Ferrell, en el papel del egocéntrico Ron Burgundy), encontró como explotar su talento al máximo, en una sátira sobre el mundo de la economía llamada The Big $hort, cinta sobre un grupo de personas que diluyen su humanidad ante el poder del dinero y que nos hizo reír con dolor, especialmente porque estaba basada en hechos reales.  

Luego de esa obra maestra de la comedia inteligente, era casi imposible para McKay poder continuar a ese nivel de sofisticación y agudeza narrativa. Pero los milagros ocurren y este director ahora nos ofrece otra obra maestra, también basada en hechos reales y que cuenta sobre la vida de Dick Cheney, el vicepresidente de los Estados Unidos en el mandato de George W. Bush. La hilarante advertencia que se expone al inicio de la película, prepara al espectador para lo que viene: los realizadores admiten que, aunque la familia Cheney es extremadamente reservada, ellos trataron de hacer las cosas de la p%#a mejor manera posible.

Christian Bale (quien ofreció una poderosa, y al mismo tiempo, excéntrica actuación interpretando al médico y gestor de fondos Michael Burry en The Big $hort), se supera a sí mismo en el papel de Cheney, apoyado por un excelente trabajo de maquillaje, un cuerpo con sobrepeso (la especialidad de Bale consiste en alterar peligrosamente su cuerpo para los personajes que interpreta), y un tono de voz y expresión corporal (esa sonrisa socarrona) que copia a la perfección al infame personaje protagonista de esta comedia acerca de una tragedia. Su encarnación del vicepresidente de Bush hijo es puro material de Oscar.

No se queda atrás Amy Adams (una de las mejores actrices de la actualidad) en el papel de Lynne Cheney, la esposa de Dick, quien, aburrida de tener como esposo a un borracho mediocre (muy parecido a su padre), le ofrece a su pareja un ultimátum para que haga algo con su vida. El reto lleva a Dick a convertirse en jefe de estado mayor en el gobierno del presidente Gerald Ford, secretario de defensa en el gobierno de George Bush, presidente ejecutivo para la corporación petrolera Halliburton y luego, uno de los vicepresidentes más famosos (o infames) en la historia de los Estados Unidos.   

Ni hablar de Sam Rockwell quien, sin ayuda de maquillaje, prótesis o alteraciones corporales, construye un excelente retrato de George W. Bush, con todo y esa mirada particular (combinación de hombre confundido y perrito contento) que caracterizó al hombre más poderoso del mundo en los tiempos del 9-11.

Cierra el círculo de protagonistas Steve Carell (uno de los actores más destacados en The Big $hort), quien encarna lo mejor y lo peor de la vida política interpretando a Donald Rumsfeld, mentor y luego subordinado de Cheney.  El actor logra aquí otro hito para una carrera que no para de ascender.

Junto a estas actuaciones que hay que ver para creer, se suma la desquiciada propuesta narrativa de McKay, quien nos termina la película (con créditos y todo) al final del primer acto; que pone a la pareja protagonista a interactuar en la cama con unos diálogos que parecen extraídos de una obra de Shakespeare;que pone como narrador a un hombre de clase media (Jesse Plemmons), quien al principio no parece tener ninguna asociación directa con Dick Cheney, pero que al final se revelará (de una manera tan literal como metafórica), como parte vital en la vida del vicepresidente; que usa al actor Alfred Molina para que interprete a un mesero que ofrece unos suculentos platos de diabólica corrupción; y que incluye al final una escena post-créditos que predice y resume lo que el público masivo va a opinar de la película. Este tipo de experimentación hubiera sido más que bienvenido en una cinta como Bohemian Rhapsody. El sentido de riesgo y audacia de McKay, ayudado por un colosal trabajo de edición de Hank Corwin (The Big $hort, El árbol de la vida), hace de esta cinta un trabajo vital, inteligente, divertido y emocionante en partes iguales.

Y como si fuera poco, McKay (guionista de la cinta que dirige), evidencia lo absurdo de la política, pero se rehúsa a reducir a sus protagonistas en caricaturas, resaltando la humanidad y la complejidad de los mismos, como en el momento en que Dick y Lynne descubren que Mary, la menor de sus hijas (Alison Pill) es lesbiana, o cuando Dick convence a Colin Powell (un excelente Tyler Perry), para que mienta ante el congreso de los Estados Unidos sobre la posesión de Sadam Hussein de armas de destrucción masiva.

El vicepresidente es el retrato de un hombre que perdió su sentido de vivir y su posición moral en la juventud, pero que recuperó su sentido de vida (más no su moral) cuando ingresó a la vida política. Ese es el inevitable precio a pagar cuando se obtiene una posición de poder como la que Dick Cheney llegó a ocupar.        

Sobre André Didyme-Dôme 1636 artículos
André Didyme-Dome es psicólogo y magíster en Comunicación. Se desempeña como crítico de cine para la revista Rolling Stone en español y es docente en la Escuela Nacional de Cine; además, es director del cineclub de la librería Casa Tomada y conferencista en Ilustre. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.