El documental sobre la vida del bailarín ruso Rudolph Nuréyev, es un ejemplo de cómo se puede construir un retrato de un artista de una manera inteligente, comprehensiva y emocionante.
Dirección: Jacqui Morris, David Morris
Más allá de ser un documental obligatorio para los amantes del ballet, Nureyev es un trabajo fascinante y muy bien logrado que captará el interés de todas las personas en general.
Los hermanos Jacqui y David Morris (McCullin, Attacking the Devil) logran contextualizar a una de las figuras más emblemáticas de la danza del siglo XX en el escenario político, social, artístico y cultural en que le correspondió vivir.
Haciendo uso del ballet como estrategia narrativa para contar algunos de los momentos más significativos de este artista de origen tártaro, y recurriendo a un material recopilatorio que incluye varias entrevistas realizadas para la televisión, los directores logran un retrato completo y complejo de Nuréyev, un hombre criado por mujeres y con un padre autoritario y distante, que tuvo que ocultar su afición al baile para no ser rechazado, que fue utilizado por el régimen comunista ruso como material de propaganda y que, al final, tuvo que abandonar a su amada madre y a su familia para poder tener algo de libertad y convertirse así en un renombrado bailarín.
El documental también nos acerca a Rudolf Nuréyev, el “divo”: Un hombre que gozaba con llamar la atención, caprichoso, temperamental y con un espíritu hedonista que lo llevó a tener problemas con el alcohol y, en últimas, a sucumbir en 1993 como una de las primeras celebridades víctimas del sida. Asimismo, se exploran sus relaciones con el talentoso bailarín danés Erik Bruhn (quien murió de cáncer de pulmón en 1986) y con la mítica Margot Fonteyn, quien compartiría el escenario con Nuréyev en numerosas ocasiones.
Los completistas se quejarán de la ausencia del testimonio de amigos como Mick Jagger o Liza Minnelli, o de no haber comentado sobre su corta fase como actor (Nuréyev interpretó a Rodolfo Valentino en una película dirigida por Ken Russell en 1977). Pero la sólida estructura, la meticulosidad y la excelente utilización de los recursos hacen de este documental un trabajo que además de adentrarnos en la vida de un gran artista, nos permite conocer su lado humano.