El debut como directora de Catalina Arroyave Restrepo, intenta de una manera infructuosa, explorar la cultura del Hip Hop de Medellín y contar la historia de una pareja de jóvenes que se enfrenta al miedo causado por un entorno violento.
Director: Catalina Arroyave Restrepo
Laura Tobón, David Escallón, Christian Tappan, Carlos Fonnegra, Julián Giraldo
Aunque la película colombiana Los días de la ballena (ópera prima de Catalina Arroyave Restrepo), se anuncia como un trabajo que aborda la apropiación de la cultura Hip Hop en Medellín (música, grafitti), la verdad es que hay muy poco de ello.
Esta cinta de corta duración, pero que curiosamente se siente extremadamente larga, cuenta la historia de Cristina (Laura Tobón) y de Simón (David Escallón), una pareja que comparte la afición por pintar los muros de la ciudad donde viven. A los dos los rodea un ambiente de violencia, encarnada en una banda de criminales que mantienen una relación de amor y odio hacia ellos (más odio que amor) y hacia sus colegas artistas, los cuales se agrupan en una especie de colectivo artístico, utilizando una casa abandonada como refugio.
Quienes conocemos las películas sobre jóvenes marginales (en su mayoría afroamericanos y latinos) que viven en unas calles peligrosas y que buscan por medio del arte o del deporte sobrevivir, dar sentido a sus vidas y salir de una vida criminal, sabremos de antemano lo que va a ocurrir en El día de la ballena. Este tipo de cintas, que abundaron en la pantalla grande durante la década del noventa y que incluyen títulos como Boyz N The Hood, Juice, Menace II Society, Fresh, Poetic Justice, Above The Rim, South Central, Higher Learning, Mi Vida Loca, He Got Game o Straight Out Of Brooklyn, aunque en su mayoría de una gran calidad, terminaron acostumbrando a su público a una buena cantidad de lugares comunes (seguir o no seguir viviendo en el barrio, personajes nobles y trágicos enfrentados a personajes corruptos y que buscan corromper, padres preocupados, violencia, pandillismo, rap y grafitti).
Por esta razón, Los días de la ballena queda como un producto derivativo y trasnochado (al igual que la cinta colombiana Somos calentura, la cual parecía una secuela no oficial de la saga de baile urbano Step Up). Si a eso le sumamos unas actuaciones sin potencia, un ritmo a paso de caracol que exaspera y causa somnolencia, un simbolismo vacío y cursi, y la falta de lógica de muchas de las acciones de los personajes y de las situaciones planteadas, se puede llegar a la conclusión de que este es un trabajo que busca decir mucho, pero que al final no llega a decir nada.
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