Explícita, sincera y sin concesiones, la ópera prima del francés Camille Vidal-Naquet es un devastador testimonio sobre un hombre en busca de afecto y, a la vez, amante de la libertad.
Director: Camille Vidal-Naquet
Félix Maritaud, Eric Bernard, Nicolas Dibla
Los avatares de la prostitución masculina ya han sido abordados en cintas como la popular American Gigolo, el clásico Midnight Cowboy, pero nunca de una manera tan descarnada y sincera como se muestra en Salvaje, el primer largometraje de Camille Vidal-Naquet y un impresionante debut como director.
También es impresionante la actuación de Félix Maritaud, a quien ya habíamos visto como Max en la excelente cinta BPM (Beats Per Minute), pero que aquí demuestra toda su fuerza y profesionalismo en el papel protagónico de Léo, un joven de veintidós años de edad, sin hogar y sin familia, que ejerce en las calles el duro oficio de trabajador sexual.
Pese a que la cinta no es tímida en mostrarnos el diario vivir de Léo, esta es una cinta definitivamente antierótica. Las escenas explícitas son dolorosas y difíciles de ver (especialmente dos que incluyen a un monstruoso consolador anal y otra que involucra una inyección en el glande), pero también nos muestran lo anodina y vacía que es la vida de este joven.
Sin embargo, pese a la crudeza de Salvaje, los momentos más impactantes de la cinta son los que desbordan ternura, como el momento en el que Léo, quien establece una relación ambigua con Ahd (Éric Bernard), se acuesta a su lado para masturbarse. Ahd le pide que deje de hacerlo, lo abraza y le pone la cabeza en su pecho, para calmar sus ansias.
Por momentos, Léo nos recuerda a Víctor, el “niño salvaje” de la película de Truffaut. Él es una persona que, a pesar de su oficio, proyecta ingenuidad, feral, profundamente solo, compasivo, vulnerable, emocional, sin mucha cultura (casi no sabe leer), de mirada infantil y amante de la libertad.
Paradójicamente, esta es una película dura pero, al mismo tiempo, hermosa, que nos muestra sin caer en discursos moralizantes, a un hombre que como muchos (incluyendo sus clientes y colegas), está sediento de afecto y tiene la mala suerte de buscarlo en los lugares menos afortunados.
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