Un documental producido por Terrence Malick que le rinde un sentido homenaje a la trágica vida del rapero Lil Peep y que, a su vez, le permite conocer a las personas ajenas al artista, la fuerza y el talento en bruto que poseía este joven prometedor.
Director: Sebastian Jones, Ramez Silyan
Sebastian Jones, productor de la cinta Song to Song de Terrence Malick y editor de A Hidden Life (la última obra maestra del mismo director), se une con Ramez Sylvian, director de la miniserie documental Freethinkers, para armar un conmovedor proyecto que busca contar sobre la vida, la obra y la trágica muerte del rapero Gustav Elijah Åhr, mejor conocido como Lil Peep.
El documental Everybody’s Everything (cuyo productor ejecutivo fue el mismo Malick), cumple con la doble función de generar interés y emocionar tanto a los fanáticos del malogrado artista, como a aquellos que poco o nada saben sobre su música. Gracias a los testimonios de su familia, sus amigos y sus novias, conoceremos la historia de Gus, un niño adorable, producto como tantos de un divorcio traumático, quien al convertirse en adolescente, llenó su rostro de tatuajes (antes de que raperos como 6ix9ine, XXXTENTACION o Post Malone, convirtieran esto en algo habitual) y comenzó a mezclar de una manera catártica el Punk, el Emo y el Trap (esa vertiente triste y oscura del Hip Hop), para confeccionar una serie de relatos confesionales explícitos, duros, pero muy sensibles, sobre su vida y experiencias; para finalmente sucumbir a los 21 años de edad, víctima de una adicción fatal a las drogas.
Sin embargo, el documental nos muestra gracias al material de archivo, que Lil Peep siempre fue un joven sonriente, que amaba a su abuelo y que nunca le negó nada a sus amigos, a sus fans y a todo aquel que se acercaba para aprovecharse de él o para usurpar algo de su fama. Ver al rapero en uno de sus conciertos usando una camiseta de Janis Joplin, nos permite pensar cómo el mundo del Rock y del Pop puede cambiar de ritmos y géneros, pero las historias de sus artistas siguen siendo las mismas. Un rápido ascenso a la fama gracias al talento y al esfuerzo, y una rápida caída debido a un sistema que explota a los artistas hasta llevarlos a su destrucción inminente.
Puede que los espectadores mayores de treinta años no encuentren la música de Lil Peep de su agrado. Cabe recordar que, en el ciclo de la música, los padres generalmente van a oponerse a lo que escuchan sus hijos. Y puede que los expertos en el tema sientan que Lil Peep no merece ubicarse en el mismo pedestal de un Eminem o Lil Wayne (también es cierto que la música del también fallecido XXXTENTACION era mucho más original y experimental que la de Peep).
Pero lo cierto es que si el espectador adulto y ajeno a Lil Peep, logra liberarse de sus prejuicios, se encontrará con el vibrante retrato de un joven que encarnó ese espíritu adolescente compuesto por grandes dosis de ira contenida, una fuerte fragilidad e inestabilidad emocional, y un deseo intenso de gritarle a un mundo lleno de injusticia, materialismo y enajenación.
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