Un documental de hermosa factura, un tenso relato sobre jóvenes guerrilleros fuera de control y una historia negrísima sobre dos hermanos delincuentes, se encuentran entre los grandes triunfos para el cine colombiano este año que termina.
Monstruos gigantes sin gracia, dramas románticos para adolescentes plagados de cursilería, héroes icónicos que regresan con una ideología dudosa, intentos de evangelización disfrazados como productos cinematográficos, y un pésimo terror hecho en Rusia, son algunos de los desastres que tuvimos que soportar en la gran pantalla.
Una llamada de atención a los estudios: Netflix tiene en su haber las dos mejores películas de año. ¿No es hora de tomar cartas en el asunto?
La alcaide de una prisión se enfrenta a su doceava ejecución, en una cinta maravillosamente dirigida y actuada, que nos hará sentir en carne propia la tragedia de los condenados a muerte.
Anthony Hopkins y Jonathan Pryce hacen uso de todo su profesionalismo en la nueva cinta del director de Ciudad de Dios, acerca del supuesto encuentro entre dos pontífices.
Michael B. Jordan y Jamie Foxx nos ofrecen dos magníficas interpretaciones en un conmovedor drama judicial basado en hechos reales.
La franquicia de Jumanji continúa con un nuevo producto cínico, efímero, genérico y poco gracioso, que desvirtúa la belleza de su fuente literaria original.
Casey Affleck dirige y protagoniza una cinta de ciencia ficción atípica, que sirve como alegoría para hablarnos sobre los temores que los padres tienen con respecto a la crianza de sus hijas y los peligros del mundo exterior.
El director sudafricano Gavin Hood reconstruye los hechos que llevaron a una oficial del gobierno británico a ser acusada de alta traición por revelar la presión que se ejerció en las Naciones Unidas para llevar a cabo la invasión a Irak.
Una cinta de acción, espionaje y comedia muy bien animada y entretenida, que termina siendo la mejor película de Will Smith de los últimos años.
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