Una mujer es acosada por su esposo, el cual se aprovecha de su condición de ser invisible para los demás, en una cinta que actualiza la novela de H.G. Wells y la convierte en un relato intensamente aterrador.
Director: Leigh Whannell
Elisabeth Moss, Oliver Jackson-Cohen, Harriet Dyer, Aldis Hodge, Storm Reid, Michael Dorman
En 1897, el pionero de la ciencia ficción H.G. Wells publica una novela por entregas titulada El hombre invisible, en la que Griffin, un científico dedicado a la investigación óptica, descubre la forma de no ser visto por los demás. Al no poder revertir su experimento, Griffin pierde la razón y comienza a cometer actos de violencia.
En 1933, los estudios Universal estrenaron una película dirigida por James Whale (el mismo de Frankenstein) y protagonizada por Claude Reins. El éxito de esta cinta, trajo consigo varias secuelas: El regreso del hombre invisible, La mujer invisible, El agente invisible y La venganza del hombre invisible. Décadas más tarde, John Carpenter (Halloween), dirigió a Chevy Chase en la atípica Memorias de un hombre invisible, la cual abandonó el género del horror para enfocarse en la acción y el suspenso. Tampoco se puede olvidar la cinta Hollow Man dirigida por Paul Verhoeven (Robocop), en la que Kevin Bacon enloquece y acosa a sus víctimas femeninas aprovechándose de su invisibilidad.
La televisión también se aprovechó del relato de Wells, con dos series británicas de 1958 y de 1975; una serie norteamericana de 1976 llamada Gemini Man, y una última del año 2000, todas ellas alejadas del terror y centradas en el espionaje.
En el 2017, los estudios Universal anunciaron una serie de películas interconectadas protagonizadas por los personajes clásicos del cine de terror, iniciando con La momia, protagonizada por Tom Cruise. Pero los pobres resultados en la taquilla llevaron al abandono del proyecto, dejando en el limbo a una película de El hombre invisible cuyo protagonista iba a ser Johnny Depp.
Sin embargo, la idea de retomar al legendario personaje de H.G. Wells continuó con vida, hasta que Leigh Whannell, el director australiano encargado de la entretenida tercera parte de la saga Insidious, y de ese estupendo homenaje a las cintas de acción futurista de los años ochenta llamada Upgrade, asume las riendas de su actualización. El resultado es más que satisfactorio.
Whannell, quien también se hizo cargo del guion, nos describe al nuevo hombre invisible como un científico experto en óptica llamado Griffin (Oliver Jackson-Cohen), siguiendo la tradición de la novela de Wells, solo que ahora este es un hombre que gusta de maltratar y torturar física y psicológicamente a su esposa, una arquitecta llamada Cecilia Kass.
Al enfocarse en Cecilia, Whannell logra actualizar la historia de Wells en una especie de relato acerca de un hombre que se aprovecha de su condición para acabar con la autoestima de una mujer y hacerle la vida imposible con su obsesión tóxica y malsana. Ayuda muchísimo que Cecilia sea interpretada por Elizabeth Moss, una actriz que en las series Mad Men, Top of The Lake y The Handmaid’s Tale, así como en películas como The Square, Her Smell ha demostrado su inmenso talento. Su papel en El hombre invisible no es la excepción. Desde un primer momento, el espectador (masculino o femenino) se va a compenetrar con la experiencia de Cecilia y va a sentir en carne propia todo su sufrimiento, causado por un esposo que nos recuerda por qué las mujeres ya no están dispuestas a aguantar más semejantes comportamientos.
El personaje confeccionado por Moss presenta la misma complejidad y profundidad psicológica que Thomasin, la adolescente interpretada por Anya Taylor-Joy en La bruja; Annie, la atormentada madre encarnada por Toni Collette en Hereditary; y Dani, la joven traumatizada de Midsommar interpretada por Florence Pugh. La nueva versión de El hombre invisible nos ha permitido ver qué tienen en común las buenas películas de terror de los últimos diez años: unas mujeres protagonistas que se rehúsan a convertirse en estereotipos (a este grupo se le pueden sumar las mujeres de las cintas The Descent, Un lugar en silencio, Birdbox, Us y Annihilation).
En el relato de Whannell, Cecilia logra escapar de las garras de Griffin (en una escalofriante secuencia inicial), con ayuda de su hermana Emily (Harriet Dyer), para luego buscar refugio en la casa de un policía amigo llamado James (Aldis Hodge), quien vive con Sydney (Storm Reid), su hija adolescente. Semanas después, Cecilia se entera de boca de su cuñado Tom (Michael Dorman), que Griffin ha cometido suicidio, causado por el abandono. Pero cuando ella comienza a sentir su presencia, su estabilidad mental se pone en entredicho.
La música envolvente y delirante de Benjamin Wallfisch (Blade Runner 2049), la dirección de arte expresionista de Alex Holmes (quien trabajó en la aterradora The Babadook) y la estupenda fotografía de Stefan Duscio (colaborador de Whannell en Upgrade) hacen que esta cinta se eleve a un nivel superior de lo acostumbrado en el género de terror.
Pero es gracias a que Whannell logra convertir a la historia de un hombre violento e invisible a los ojos de los demás en una metáfora sobre el maltrato físico y psicológico a la pareja, lo que hace de esta cinta de terror todo un triunfo.
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