Una producción llena de contratiempos que termina siendo un producto tibio, a pesar de sus actores y de una historia fascinante.
Director: Alfonso Gómez-Rejón
Benedict Cumberbatch, Michael Shannon, Nicholas Hoult, Tom Holland, Matthew MacFadyen, Katherine Waterston
En 1880, Thomas Alva Edison, el inventor oficial del fonógrafo, ha demostrado su nuevo invento: la bombilla eléctrica. Prácticamente, Edison ha inaugurado el siglo XX. En ese mismo año, el empresario George Westinghouse, inventor del freno neumático para trenes, invitó a Edison para hablar de negocios. El desplante hecho por Edison, convirtió a los dos en rivales y dio inicio a lo que se conoce como “La guerra de las corrientes”.
En medio de dicha rivalidad se encuentra Nikola Tesla, un empleado de Edison que fue ignorado y subvalorado por su jefe. Tesla abandona a la compañía de Edison y convence a Westinghouse para que le financie sus investigaciones enfocadas en el desarrollo de la corriente alterna. Por su parte, Edison le apuesta a la corriente continua, la cual considera más segura y efectiva. Y tanto Edison como Westinghouse inician una carrera por la introducción y la expansión de la electricidad en las ciudades de Norteamérica.
Es en este escenario que duró casi una década, en el que se desarrolla la película Una guerra brillante, dirigida por el norteamericano Alfonso Gómez Rejón, autor de la conmovedora cinta para adolescentes Me And Earl And The Dying Girl y de varios episodios de las series Glee y American Horror Story. Su proyecto tuvo muchos contratiempos y demoras, especialmente porque, lastimosamente, su distribución estaba a cargo del infame Harvey Weinstein. Supuestamente, la cinta iba a ser estrenada a finales de noviembre del 2017, pero las múltiples demandas por acoso sexual hechas a Weinstein, llevaron a la venta de la cinta a una nueva distribuidora. Asimismo, Jake Gyllenhaal, quien iba a interpretar a Westinghouse mientras que Benedict Cumberbatch encarnaba a Edison, fue el protagonista de varios conflictos internos, siendo reemplazado a último momento por Michael Shannon.
Pero eso no es todo. En el 2017, Weinstein (quien era conocido en el medio como “Harvey Manos de Tijera”), expresó su inconformidad con el trabajo presentado por Gómez-Rejón y el productor Timur Bekmambetov. Puede que Harvey Weinstein sea un hombre horrible, pero este hombre horrible sabía cuándo una película tenía problemas, y eso lo llevó a tomar cartas en el asunto y se dispuso a supervisar un nuevo trabajo de edición con o sin la autorización de su director, como era su costumbre, pese a que Gómez-Rejón insistía en que su producto no estaba terminado del todo. Fue en ese preciso momento cuando se revelaron las múltiples acusaciones en contra de Weinstein, dejando a la película en el limbo. De todas maneras, la versión de Weinstein alcanzó a presentarse en el Festival de Toronto y fue muy mal recibida.
Gracias al apoyo de su mentor Martin Scorsese, Gómez-Rejón logró rescatar su cinta, filmó nuevas escenas y la editó bajo su propio criterio. De ahí que se promocione con el sello de “versión del director”. El resultado es un trabajo que no logra convencer y que deja la sensación de que pudo haber sido algo mucho mejor. No cabe duda que Cumberbatch, Shannon y Hoult son grandes actores. Los secundarios Tom Holland (como Samuel Insull, el asistente de Edison) y Katherine Waterston (como Marguerite, la inteligente esposa de Westinghouse) también son unos intérpretes de calidad comprobada. Pero aquí ninguno sobresale. La fotografía del gran Chung-Hoon Chung (Oldboy, La doncella) es bonita, pero no llega a impresionar; y la música (la cual fue cambiada para la versión de Weinstein y luego recuperada para la “versión del director”), intenta ser una mezcla original entre clásica y electrónica, pero termina generando algo de disonancia.
¿Es Una guerra brillante una mala película? La respuesta es no. Pero es un producto tibio, que logra captar interés, pero que nunca llega a electrizar al espectador. Tal vez Weinstein tenía razón al intervenir, tal vez los problemas inherentes a su producción acabaron con la magia. Posiblemente nunca lo sabremos. Lo cierto es que la guerra entre Westinghouse y Edison (el cual, por cierto, aquí aparece en un retrato demasiado favorable para la realidad), merecía una mejor película, aunque tampoco es que llegue a ser el desastre al que estaba destinada.
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