La nueva película de Alexandre Aja no posee el sentido del riesgo de Buried ni la inteligencia de Moon, pero llega a ser un trabajo visceral de alta tensión.
Director: Alexandre Aja
Mélanie Laurent, Mathieu Amalric
En el 2010, el director español Rodrigo Cortés nos entregó una arriesgada cinta de suspenso llamada Buried, protagonizada por Ryan Reynolds como un hombre que se despierta para darse cuenta de que ha sido enterrado vivo. Por una hora y media, el espectador acompañó a este hombre en el intento por salir vivo de su prisión mortal.
Un año antes, Duncan Jones (el hijo de David Bowie), nos presentó Moon, toda una obra maestra de la ciencia ficción contemporánea, en la que un astronauta (Sam Rockwell), trabaja en una empresa minera ubicada en la luna, extrayendo un mineral que permite solucionar la grave crisis energética que sufre la Tierra. En la cinta de Jones, vemos que el astronauta se encuentra solo y su única compañía es una entidad robótica llamada GERTY (con la voz del infame Kevin Spacey).
Fusionen descaradamente ambas premisas y tendrán como resultado Oxígeno, la nueva película del francés Alexandre Aja (y la tercera en su lengua materna, luego de la espeluznante obra de terror Alta tensión del 2003 y la cinta postapocalíptica Furia, de 1999 basada en una historia de Julio Cortázar).
En Oxígeno, Mélanie Laurent interpreta a una mujer que despierta luego de un sueño inducido, para darse cuenta de que se encuentra en una cápsula criogénica. Una falla en la cápsula le indica que el suministro de oxígeno se acabará en una hora y media y su muerte es inminente si no encuentra como solucionar el grave inconveniente. Al igual que el hombre de Buried, ella no recuerda quién es ni por qué está encerrada en la cápsula y tiene un tiempo muy limitado para salir con vida de su encierro. Y del mismo modo que el astronauta de Moon, la mujer solo tiene como compañía a MILO, una inteligencia artificial con la voz del gran actor Mathieu Amalric (quien, con su magnífico trabajo vocal, logra una maravillosa combinación entre el HAL de 2001: Odisea del espacio y la Samantha de Her).
Como es costumbre, Alexandre Aja evidencia su gran sentido de lo visual (la dirección de arte de Oxígeno a cargo de Dominique Moisan es hermosa y elegante) y su aproximación visceral a las historias que dirige (sentimos en carne propia la angustia y el dolor de la protagonista). Asimismo, el humor negro, el nihilismo y la crueldad características de sus obras (The Hills Have Eyes, Mirrors, Piranha 3D, Horns) también están presentes.
Por todo esto, es muy probable que los espectadores no lleguen a darse de cuenta de los huecos argumentales de la historia (escrita por Christie LeBlanc), por lo menos hasta que la película termine. Moon poseía unos giros sorpresivos muy similares a los propuestos por la cinta de Aja, pero no tiene los problemas de lógica de Oxígeno. Y los flashbacks de la vida de la protagonista, le restan riesgo a la propuesta formal de la cinta, que Cortés con Buried supo manejar muy bien.
Como director, Aja suele atacar a la yugular sin utilizar mucho la materia gris (del mismo modo en que actúa la mujer protagonista de Oxígeno, pese a sus antecedentes). Esto puede servir mucho para el género de terror, en el cual este director se destaca. Pero para la ciencia ficción, se convierte en un error casi fatal.
Dejar una contestacion