Lin-Manuel Miranda, el niño consentido de Broadway, nos entrega una mágica adaptación cinematográfica de su exitoso musical, rebosante de alegría, color y optimismo.
Director: Jon M. Chu
Anthony Ramos, Melissa Barrera, Leslie Grace, Olga Merediz, Jimmy Smits
En los años 40, los musicales antes eran uno de los géneros cinematográficos más populares. Ahora, ochenta años más tarde son un género moribundo y todo un gusto adquirido. Es así que hoy en día, las nuevas generaciones pueden adorar cintas como Moulin Rouge, Chicago o La La Land con la misma intensidad de aquellos que las aborrecen. Algunos musicales contemporáneos, como Cats, se merecen todo nuestro desprecio, pero otros como The Greatest Showman, fueron odiados injustamente por un público que no sabe apreciar la magia de este cine heredero de Broadway.
Precisamente, En el barrio es la adaptación cinematográfica que casi no logra salir a la luz, de una exitosa obra confeccionada por Lin-Manuel Miranda, el último niño consentido de Broadway, gracias a este musical y ese monstruo conocido como Hamilton. Con el guion de Quiara Alegría Hudes (quien escribió un libro sobre la obra de Broadway) y Jon M. Chu (el director de dos de las películas de Step Up y de la encantadora comedia romántica Crazy Rich Asians), Miranda pudo por fin sacar a la luz este proyecto que estuvo frenado por más de una década y que muchos consideraban imposible de llevar a la gran pantalla (¿Quién querría ver un musical sobre un grupo de latinos y sus sueños?).
Pese a las dificultades y a su inminente retraso debido a la pandemia causada por el COVID-19, En el barrio ya es una realidad y el resultado es una cinta que se siente vibrante y moderna, pero que al mismo tiempo tiene el toque de un musical clásico (es imposible no pensar en West Side Story, el cual, curiosamente, va a tener un remake a cargo de Steven Spielberg).
Más allá de las bellas canciones, el colorido y los bailes de ensoñación, la mágica cinta de Miranda nos habla sobre la comunidad latina que vive en los Estados Unidos y sus sueños. Usnavi, uno de sus protagonistas (interpretado por el carismático Anthony Ramos), sueña con regresar a la República Dominicana, país que abandonó cuando tenía ocho años, para reinaugurar el bar que su padre tenía junto a la playa. Vanessa (Melisa Barrera), la chica que le robó el corazón a Usnavi, sueña con iniciar una carrera en diseño de moda. Ambos son amigos de Nina (Leslie Grace), una joven que fue enviada por su sacrificado padre Kevin (Jimmy Smits) a Stanford, pero que piensa en retirarse luego de tener que sufrir el rechazo de sus compañeros de estudio. Benny (Corey Hawkins), el exnovio de Nina y quien trabaja para Kevin, sueña con volver a estar con ella. A lo largo de dos horas y media, vamos a ver como estos sueños van a convertirse en realidad de una u otra manera.
Pero quienes se roban el show son los personajes secundarios que le dan un intenso sabor a esta obra llena de festividad y felicidad. La “Abuela” Claudia (una excelente Olga Merediz, quien interpretó el mismo papel en la versión de Broadway), nos cautiva con su “paciencia y fe”; Daniela (encarnada por la leyenda de Broadway y protagonista de Rent, Daphne Rubin-Vega), es la dueña de un salón de belleza conformado por un equipo tan festivo y alegre como ella; y Sonny de la Vega (Gregory Díaz IV), el precoz sobrino de Usnavi, es un chico enamoradizo y encantador que no quiere irse a República Dominicana porque sus sueños están en los Estados Unidos.
Gracias a la música de Miranda, que combina la Salsa, el Merengue y el Reggaetón con el Rap, el Soul y el Tin Pan Alley de Broadway, En el barrio llega a ser un musical contundente y exuberante. Aquellos que pensaban en algo más oscuro y deprimente (a lo Cabaret o Les Miserábles) se desilusionarán, ya que esta película, más que un drama deprimente sobre la falsa ilusión del “sueño americano” y los problemas que viven diariamente los inmigrantes en Norteamérica es, al contrario, toda una celebración de lo que significa ser latino en un país ajeno y que deja atrás todas las tristezas, las desilusiones y las tragedias para reemplazarlas por mucha “paciencia y fe”.
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