Candyman (2021)

¡Tomen sus dulces! Un slasher en el que nuestro asesino en serie de origen sobrenatural escoge como víctimas, además de los típicos adolescentes, a los críticos de arte, a quienes mercantilizan la cultura, y a los policías violentos y racistas.

Director: Nia DaCosta

Yahya Abdul-Mateen II, Teyonah Parris, Nathan Stewart-Jarrett

Entre 1984 y 1985, el autor británico Clive Baker escribió una serie de seis volúmenes antológicos de historias cortas de terror conocidos como Los libros de sangre. El último tomo incluye un relato llamado Lo prohibido, en el que una estudiante universitaria llamada Helen, escoge un barrio en decadencia como objeto de su tesis de antropología. Helen descubre una serie de grafitis que hacen referencia a la leyenda urbana de Candyman, un hombre afroamericano que fue injustamente ejecutado y que puede estar relacionado con una serie de violentos asesinatos.  

La historia corta fue adaptada al cine, y el resultado fue un clásico de culto de 1992 dirigido por Bernard Rose (el mismo autor de la cinta sobre Ludwig Van Beethoven Amante inmortal), y protagonizada por Tony Todd, como el fantasma de un artista e hijo de un esclavo, que fue mutilado, torturado y ejecutado en el siglo XIX, por mantener relaciones con una mujer blanca.  

Candyman fue un slasher atípico que, sin abandonar la violencia y brutalidad típica del género, también contenía una fuerte denuncia contra el racismo y el clasismo. Sin embargo, las pésimas secuelas Candyman: Adiós a la carne de 1995 y Candyman: El día de los muertos de 1999, optaron por sucumbir a las convenciones del género y a las tramas mediocres y repetitivas.

Veintidós años más tarde, llega una nueva entrega de Candyman a la pantalla grande. Esta cinta es una secuela de la primera parte, ya que omite los sucesos ocurridos en Adiós a la carne y El día de los muertos (así que no es necesario tener que pasar por una experiencia masoquista similar a las de los cenobitas de Hellraiser para llegar a la versión del 2021). Pero a la vez, el nuevo Candyman es un reboot: Una actualización que se enfoca más en los aspectos sociopolíticos tanto del relato de Clive Barker, como los planteados por la cinta original.

Nia DaCosta (la directora de esa estupenda historia de suspenso llamada Little Woods y quien se encargará de la próxima entrega de Capitana Marvel), asume un guion escrito por Jordan Peele (el artífice de las cintas Get Out y Us), y lo convierte en algo que bien podríamos denominar como “Terror-Arte”, no solo por su elegancia, sofisticación y subtexto, sino también porque se centra en el mundo del arte contemporáneo (piensen en la película All The Vermeers In New York hecha por un amante de los slashers y se harán a la idea).

En este nuevo Candyman, nuestro protagonista es el pintor Anthony McCoy (interpretado por Yahya Abdul-Mateen II, mejor conocido como el villano Manta Negra de Aquaman). McCoy vive con Brianna (Teyonah Parris, mejor conocida como Monica Rambeau en la serie WandaVision), la joven directora de una galería, que actúa como mecenas de su pareja.

Los dos habitan en un elegante condominio construido sobre las ruinas de lo que era Cabrini-Green, el conjunto residencial ubicado en Chicago que la estudiante Helen (Virginia Madsen) visitó para su tesis en la primera parte. Hay que mencionar que Cabrini-Green es algo real, ya que fue el hogar de más de quince mil residentes, en su mayoría afroamericanos de clase media y baja, y terminó siendo gradualmente descuidado por el gobierno, con la perversa intención de que los predios se desvalorizaran, fueran abandonados por sus propietarios y luego fueran adquiridos por los empresarios de bienes raíces para construir lujosos condominios como en el que viven los protagonistas de nuestra película de terror.    

En una visita, Troy (Nathan Stewart-Jarrett), el hermano de Brianna, le cuenta a su pareja y a Grady, su novio hípster y blanco (Kyle Kaminsky), la historia de Helen y Candyman. El relato (contado aquí con un hermoso teatro de sombras) fascina al artista, quien ha sido presionado para avanzar con su trabajo pictórico, y lo toma como inspiración para preparar una nueva serie de cuadros que serán exhibidos en un próximo evento.

En las primeras películas de Candyman se nos cuenta que este era un pintor negro contratado a menudo por la gente blanca acomodada que amaba su arte, pero despreciaba a la persona por su clase social y origen étnico. Aquí, McCoy es tratado con desdén por Clive (Brian King) el socio blanco de Brianna y por la prestigiosa crítica de arte Finley Stephens (Rebecca Spence), con una serie de comentarios que esconden un racismo soterrado y que traen a colación la idea de que el talento de los artistas negros (piensen en el Hip Hop y en el cine) es explotado para beneficio del hombre blanco. Esta es una denuncia compleja, que tal vez se le escape a un público sediento de sangre y expectante de ver como un asesino sobrenatural con un garfio en la mano, asesina adolescentes.

William Burke (Colman Domingo), un residente de la parte decadente de Cabrini-Green, le suministra al curioso McCoy más información sobre la leyenda de Candyman. Este le cuenta sobre una experiencia de la niñez (que hace parte de la secuencia inicial de la cinta), en la que se encontró con Sherman Fields (Michael Hargrove), un hombre afroamericano con discapacidad cognitiva y un garfio en la mano, al que le gustaba ofrecerles dulces a los niños en la calle. La policía estaba buscando a Sherman, ya que era el principal sospechoso de un caso en el que una niña blanca fue víctima de un dulce que escondía una cuchilla de afeitar. Sherman fue acribillado brutalmente por la policía y ¿adivinen qué? No era el culpable del crimen y las cuchillas siguieron apareciendo en los dulces. En este relato, se esconde una tercera denuncia social, la cual tiene que ver con el “perfilado racial” que la policía usa para tratar de manera discriminatoria a los afroamericanos a partir de estereotipos y generalizaciones.  

De todas maneras, esta es una cinta de terror sobrenatural y debido a esto, vamos a ver como McCoy es gradualmente poseído por el espíritu de Candyman, quien reúne a varios hombres afroamericanos injustamente asesinados que van conformando una fuerza encargada de eliminar de una manera brutal y sistemática a todos aquellos que perpetúan la injusticia racial (y esto incluye a los clásicos adolescentes que aquí, acosan y maltratan a una estudiante en el baño y por eso obtendrán sus respectivos “dulces”). Los amantes del slasher no quedarán decepcionados con las muertes violentas que se producen cuando, de acuerdo con la leyenda, Candyman es evocado cuando se pronuncia cinco veces su nombre frente al espejo (aunque, a decir verdad, para los racistas debería bastar con mirar su propio reflejo).

Quienes adoraron la primera película, podrán escuchar a la actriz Virginia Madsen narrar la historia de Helen con su propia voz, serán testigos de la aparición de la actriz Vanessa E. Williams, quien repite su papel de Anne-Marie, la mujer cuyo bebé fue secuestrado supuestamente por Helen y que conecta con la vida de McCoy. Y quienes pensaban que Tony Todd, el actor que se consagró interpretando a Candyman no iba a aparecer aquí, están muy equivocados. Tampoco estará ausente la elegante y evocadora música del gran Philip Glass, la cual formó parte de la banda sonora de la primera entrega.

Puede que el nuevo Candyman peque de pretencioso y de tratar de abarcar más temas de los que podía manejar, pero como lo decía el crítico Roger Ebert: Siempre será mejor una película de terror con ideas que sin ellas.

P.D. No se pierdan los conmovedores microrrelatos hechos en “teatro de sombras” que aparecerán en los créditos finales.

Sobre André Didyme-Dôme 1649 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista Rolling Stone en español y es docente universitario; además, es director del cineclub de la librería Casa Tomada y conferencista en Ilustre. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

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