Una secuela que llega veintinueve años después de su predecesora y que posee las cualidades y los defectos de la cinta original.
Directora: Anne Flecher
Bette Midler, Sarah Jessica Parker, Kathy Najimi, Whitney Peak, Belissa Escobedo, Lilia Buckingham
En 1993, el coreógrafo Kenny Ortega dirigió una alocada y algo escabrosa comedia llamada Hocus Pocus, en la que tres hermanas, quienes fueron ejecutadas en Salem debido a sus actos de brujería, son resucitadas accidentalmente por un niño en la noche de Halloween.
La cinta fue atacada por la crítica y fue un rotundo fracaso de taquilla, pese a que incluía los talentos de Bette Midler, Kathy Najimi y Sarah Jessica Parker. Sin embargo, sus continuas transmisiones por Disney Channel en el día de las brujas, la convirtieron en una cinta muy conocida por el público infantil, adquiriendo así el estatus de clásico de culto. Ahora, veintinueve años después, se estrena la secuela de Hocus Pocus, esta vez para la plataforma de streaming de Disney y con Anne Fletcher (la autora de Step Up, 27 vestidos y La propuesta) como directora.
Bette Midler fue en gran parte responsable de que esta cinta se convirtiera en realidad, al darse cuenta de la enorme popularidad que la cinta original fue adquiriendo con el paso del tiempo. Y ella, que tenía cuarenta y siete años cuando protagonizó la primera parte y que ahora tiene setenta y seis, se encargó de reclutar al elenco original conformado por Kathy Najimi (quien tenía treinta y seis y ahora tiene sesenta y cinco) y a Sarah Jessica Parker (quien tenía veintiocho y ahora tiene cincuenta y siete). Junto a las tres actrices que interpretan a las brujas, se sumó también Doug Jones, el versátil actor de La forma del agua y la serie Star Trek Discovery, quien en la cinta original encarnó a Billy Butcherson, el simpático zombie que a menudo pierde la cabeza (tenía treinta y tres años y ahora tiene sesenta y dos).
Al grupo de actores veteranos se les une un trío de jóvenes para establecer el legado que hace parte de este tipo de películas que apelan a la nostalgia (Cazafantasmas, Top Gun). Ellas son Whitney Peak (de la serie Sabrina) como Becca, Belissa Escobedo (de la serie American Horror Story) como Izzy, y Lilia Buckingham (de la serie Crown Lake) como Cassie.
En un prólogo se nos cuenta el origen de las tres hermanas Sanderson, quienes crecieron en el poblado de Salem en el año 1653. Al internarse en el bosque, las niñas conocen a la Madre Bruja (Hannah Waddingham de la serie Ted Lasso en un corto papel), quien les hace entrega del libro mágico (un libro antropomórfico que incluye un ojo) para que continúen con su legado de maldad y hechicería.
Luego pasamos a la Salem de la actualidad, en donde Becca e Izzy, dos chicas adolescentes, se preparan para celebrar la noche de brujas y el cumpleaños de la primera. De niñas, las dos eran amigas de Cassie, pero con el tiempo se han separado. Sin embargo, las tres deciden volverse a unir cuando las hermanas Sanderson (que parecen la versión femenina de Los tres Chiflados) vuelven a la vida y con la intención de sembrar el caos en su ciudad. Hay un simpático momento donde las tres brujas veteranas cantan el clásico de Elton John The Bitch is Back, cambiando la palabra Bitch (perra) por Witch (bruja).
Lo cierto es que las dos películas de Hocus Pocus no son buenas películas. Al parecer, sus protagonistas se divirtieron mucho haciéndolas y eso se nota. Pero el tono ridículo, sobreactuado y patético ayuda muy poco. La cinta del 93 es un clásico ejemplo de cómo la nostalgia por el pasado genera una sobrevaloración exagerada que impide ver los defectos de los productos queridos por muchos en la infancia (si se es objetivo y se toma distancia, Top Gun, Mi pobre angelito y Dirty Dancing son malas películas, así hayan sido unos enormes éxitos de taquilla).
Si Hocus Pocus hubiera tenido el tratamiento auto-paródico de las actualizaciones de Comando especial o Chip & Dale Rescue Rangers, la cosa hubiera funcionado mucho mejor. Pero aquí todo tiende a ser una mera repetición de las situaciones y los elementos que hicieron parte de la cinta original (más que una secuela, es una recuela), manteniendo el patetismo y la ingenuidad (que ya no funciona en la era post South Park) y suavizando los aspectos escabrosos (aquí los niños ya no están realmente en peligro).
Asimismo, el subtexto acerca del machismo, la independencia y el empoderamiento femenino nunca se llega a desarrollar, como tampoco la tragedia que llevó a que las hermanas se convirtieran en brujas malvadas (la intolerancia y el fanatismo hicieron parte de su pasado). Y la desadaptación de las brujas ante los elementos que hacen parte del nuevo milenio (celulares, internet), que pudo haberse convertido en una premisa sumamente divertida, se explota al mínimo.
Si usted es una de esas personas que creció con Hocus Pocus y aprendió a tomarle cariño, esta secuela será de su total agrado. Pero aquellos que entendimos hace veintinueve años que esa película no es ni será un buen producto, quedan más que advertidas. De todas maneras, es imposible resistirse al encanto de Midler, Najimi y Parker. Como decía una de las chicas, no se puede dejar de mirarlas.
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