El personaje arquetípico de Raymond Chandler, vuelve para una nueva película Noir, esta vez con Liam Neeson usando la gabardina y el sombrero que anteriormente portaron Humphrey Bogart, Robert Mitchum y Elliot Gould
Director: Neil Jordan
Liam Neeson, Diane Kruger, Jessica Lange, Danny Huston
Las nuevas generaciones de cinéfilos probablemente no reconocerán en nombre de Philip Marlowe, el protagonista de la nueva película de Neil Jordan. Este detective es un personaje clave de la novela negra y el cine Noir proveniente de la pluma del escritor estadounidense Raymond Chandler. Marlowe es un detective privado que aparece en varias de las obras más famosas de Chandler, como lo son El sueño eterno, convertida en una indescifrable película protagonizada por Humphrey Bogart; Adiós, muñeca, con una sórdida adaptación fílmica con Robert Mitchum en el papel del curtido detective y Charlotte Rampling como la femme fatale; y El largo adiós, que incluye una de las mejores actuaciones de Elliot Gould como un hombre de moral férrea, pero de corazón sensible (por lo menos hacia su gato).
Liam Neeson, quien en años recientes se había dedicado a reinventar su carrera como héroe de numerosas cintas de acción, la mayoría de calidad cuestionable, regresa a trabajar con Jordan, luego de dos exitosas colaboraciones (Michael Collins y Desayuno en Plutón) en lo que sería su película número cien, convirtiéndolo en un actor tan prolífico como Michael Caine o Samuel L. Jackson.
Curiosamente, esta cinta (la número once inspirada en Phillip Marlowe) no está basada en un relato de Chandler (hay siete historias largas y más de veinte relatos cortos de donde escoger), sino en la novela La rubia de ojos negros del irlandés John Banville bajo el seudónimo de Benjamin Black, que recicla al personaje arquetípico. Sin embargo, se siente su atmósfera de película Noir clásica, con su clásico antihéroe cínico, rudo y solitario; su universo de mujeres fatales que intentan seducirlo o torcer su moral: y ese infernal y pecaminoso mundo de corrupción que involucra prostitución, drogas y asesinatos, habitado por personajes corruptos hasta la médula pertenecientes a las altas esferas del poder.
Es grato ver como Neeson, a sus setenta años de edad, vuelve a demostrar su calibre actoral reuniéndose con Jessica Lange, con quien había trabajado en la infravalorada adaptación de Rob Roy, y con Diane Kruger, la actriz alemana con quien colaboró en Sin identidad, una de las tantas cintas en las que Neeson participó para el director español Jaumé Collet-Serra.
El que no se siente en gran forma es el director Jordan, el veterano autor de las audaces obras En compañía de los lobos, Mona Lisa, El juego de las lágrimas y Entrevista con el vampiro y cuyas cintas más recientes (Ondine, Byzantium, La viuda) dejan mucho que desear. Tal parece que Jordan se ha convertido en lo que Tarantino ha confesado, teme llegar a ser: un director talentoso con una gran filmografía que llega al final de su carrera con un puñado de cintas mediocres.
En Marlowe vemos de una manera torpe, pero con la bella fotografía de Xavi Giménez (El maquinista, Ágora) a la bella e impasible Clare Cavendish (Kruger), contratando los servicios del detective para que encuentre a su ex amante, el cual ha fingido su muerte como si se tratara de una versión libre de El tercer hombre de Graham Greene. Cualquier amante de la novela negra sabrá que Marlowe aceptará la misión y eso lo llevará a descender a ese mundo de corrupción habitado por sujetos ambiguos y traicioneros, que aquí son encarnados por actores de la talla de Alan Cumming, como un sofisticado hombre de negocios que quiere poner a Marlowe de su parte; Adewale Akinnuoye-Agbaje como un rudo chofer que al principio será antagonista del detective, para luego convertirse en su aliado; Danny Huston (hijo del director de El halcón maltés, supuestamente la primera película Noir) como el siniestro dueño de un club nocturno en cuyas afueras se encontró un cadáver; y, por supuesto, Lange en el papel de Dorothy Quincannon, una veterana actriz y la asfixiante madre de Clare, casada con un millonario que amasó su fortuna gracias a la prohibición del alcohol (al igual que los Kennedy) y que ahora es el embajador de la Gran Bretaña y el dueño de un estudio cinematográfico llamado Pacific Pictures (muy similar al desaparecido RKO).
En el último acto, Jordan recupera algo de su energía y nos ofrece un clímax envolvente e interesante, pero, definitivamente, este no es el mejor Marlowe. Bogart, Mitchum y Gould todavía se disputan ese preciado título.
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