El cine de David Cronenberg y Julia Ducournau confluye en esta aterradora cinta acerca de una familia disfuncional y un ave monstruosa que se convierte en el doppelganger de uno de sus miembros.
Directora: Hanna Bergholm
Siiri Solalinna, Sophia Heikkilä , Jani Volanen, Oiva Ollila, Reino Nordin, Ida Määttänen
Las mujeres se están tomando el cine y el género de terror no es ajeno a ello. En Voraz y Titane, la demencial Julia Ducournau exploró las pesadillas femeninas y nos abrió a un mundo hasta ahora desconocido para el género. Asimismo, Jennifer Kent exploró los miedos de la maternidad para construir una fábula brutal conocida como El Babadook. Ahora, la directora finlandesa Hanna Bergholm, en conjunto con la guionista Ilja Rautsi, unen sus fuerzas para confeccionar un espeluznante relato alegórico, que bien puede hacer parte del “terror elevado” de autores como Robert Eggers (La bruja, El faro) y Ari Aster (Hereditary, Midsommar).
Al comienzo de Cría siniestra, Bergholm y Rautsi nos muestran una amenaza externa encarnada en una criatura que amalgama la fealdad y la ingenuidad de E.T. El extraterrestre de Steven Spielberg, con la repulsiva Brundlemosca del clásico de David Cronenberg y con elementos del panda rojo de la cinta animada de Pixar Turning Red, así como de Los pájaros, una de las dos películas de terror psicoanalítico asumidas por Alfred Hitchcock junto con la edípica Psicosis. Pero a medida que avanza la historia, la criatura que altera la vida de una familia, termina convirtiéndose en uno de sus miembros, transformando así la amenaza externa en interna, al mejor estilo del cine de Cronenberg y Ducournau, en donde el cuerpo es tanto el victimario como la víctima.
La protagonista de este escabroso y repugnante relato es una niña de doce años de edad llamada Tinja (Siiri Solalinna). Ella es una gimnasta que vive en una bella casa en un hermoso vecindario rural junto con su madre (Sophia Heikkilä), su padre (Jani Volanen) y Matías (Oiva Ollila), su hermano menor. La armonía de la familia se ve interrumpida por la intrusión de un ave negra al plácido hogar y, en su revoloteo, prácticamente destruye todo lo que encuentra. La niña logra atrapar al ave y la madre, con gesto tierno e impasible, le tuerce el pescuezo.
Tinja bota a la desafortunada ave al cesto de la basura. Pero luego descubre que ella no ha muerto. Agonizante, se ha dirigido a su nido. La joven acaba con el sufrimiento del ave destrozándole la cabeza con una piedra, para descubrir que ella es una madre y ha dejado un huevo sin empollar. Es así que Tinia lleva al huevo a su casa y gradualmente lo verá crecer a un tamaño desproporcionado. Al final, el huevo va a empollar y de este saldrá esa especie de E.T. del infierno que se convertirá en hijo, amigo y gradualmente en doppelganger de la niña.
Asimismo, nos enteraremos que Äiti, la madre, es el verdadero villano de la cinta. Esta mujer, que nos recuerda a la cruel y tiránica Joan Crawford de Mamita querida inmortalizada por Faye Dunaway, es un ser egoísta y banal que desprecia a Isä, su esposo pusilánime, detesta a su hijo, vive pendiente de la aprobación de los demás en las redes sociales y le exige más de la cuenta a Tinja para que sobresalga por encima de Reetta (Ida Määttänen), su nueva vecina y una chica con mucho más talento para la gimnasia que Tinja. Además, esta madre del infierno no tiene ninguna consideración al confesarle a su propia hija que tiene un amante llamado Tero (Reino Nordin).
En varias ocasiones, Spielberg ha confesado que su amado E.T. constituye una alegoría relacionada con la soledad de un niño que se enfrenta al divorcio de sus padres (este trauma de origen personal es la constante de toda su filmografía). Domee Shi, la directora de la magnífica Turning Red, utilizó a una niña (ella misma) la cual se convierte en un incontrolable panda rojo, como metáfora de los cambios ocasionados por la pubertad (pelos y menstruación). Bergholm y Rautsi nos cuentan acá una historia escatológica y perturbadora, colmada de vómito, babas, mocos y sangre, para hablarnos de lo que significa ser una niña y llegar a la pubertad en el seno de una familia disfuncional. Y en el camino logra generarnos muchas pesadillas.
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