R.M.N. (2022)

El prestigioso director rumano vuelve con otra cinta descarnada que no teme señalar esos tumores que están enfermando a la sociedad actual.

Director: Cristian Mungiu

Marin Grigore, Judith State, Macrina Barladeanu

Cristian Mungiu es el director responsable de que el cine rumano vuelva a estar en la boca y en el ojo de los cinéfilos de los primeros veinte años del siglo XXI. En el 2007, obtuvo una merecida Palma de oro en el Festival de Cannes por 4 meses, 3 semanas y 2 días, una cinta brutal e hiperrealista acerca de un aborto clandestino, ambientada en la Rumania comunista de Nicolae Ceaușescu y protagonizada por dos estudiantes víctimas de la crueldad, el abuso y la injusticia. En el 2012, obtuvo los premios en Cannes a mejor actriz y mejor guion por Más allá de las colinas, una disección meticulosa sobre la infección causada por el fanatismo religioso, en donde a una mujer llamada Alina se le practica un cruel e injusto exorcismo como castigo por tener una voz crítica y de cuestionamiento. Y en La graduación del 2017, premio al mejor director, un médico que vive en la Rumania democrática, entra en una crisis emocional, ética y moral, debido a que su hija es abusada sexualmente en la víspera de presentar unos exámenes que le permitirían obtener una beca para viajar a Londres y abandonar el país que el padre defiende de dientes para afuera, pero que realmente reniega.

Ahora, el cine de Mungiu que no teme mostrar los graves problemas sociales y la hipocresía actual, dos fenómenos que trascienden a su nativa Rumania y que contaminan a todo el mundo, regresa con R.M.N., una historia oscura, potente y descarnada, como lo es todo el cine de este fascinante autor.

Desarrollada en la mítica Transilvania, capital del horror sobrenatural gracias a Drácula, en las manos de Mungiu se convierte en una región mucho más aterradora aún, sin tener que recurrir a vampiros amenazantes. La amenaza que se cierne sobre Transilvania es real y veremos cómo cobra un mayor poder, en una época supuestamente marcada por los discursos de inclusión, diversidad y tolerancia. Nos estamos refiriendo a la xenofobia.

La región ubicada en la Transilvania de R.M.N. está habitada por rumanos, húngaros y alemanes, quienes han vivido en una supuesta armonía por más de treinta años. A la región regresa Matthias (Marin Grigore), un hombre machista y agresivo, que se vio forzado a abandonar su trabajo en un matadero ubicado en Alemania, luego de golpear brutalmente a un colega que lo llamó “gitano perezoso”. El hombre es recibido de nuevo por Ana (Macrina Bârlădeanu), una esposa que ya no lo quiere, ya que descubrió que tenía a una amante llamada Csilla (Judith State). Esta mujer que practica el chelo, es también la encargada de administrar una panadería industrial, la cual se pudo montar gracias a la ayuda económica de los Estados Unidos.

El conflicto se origina cuando dos hombres provenientes de Sri Lanka son contratados por Csilla para que sirvan como panaderos. ¿La razón? Ninguno de los hombres de Transilvania, -y eso incluye al amante de Csilla- quiere trabajar en la panadería, ya que prefieren vivir de la ayuda económica prestada los desempleados y otorgada por el gobierno alemán, que tener que trabajar por un sueldo mínimo.

Al mismo tiempo, Matthias se enfrenta a dos problemas. El primero tiene que ver con su padre, conocido por todos como Papa Otto (Andrei Finti), un campesino encargado de una granja de ovejas, que se encuentra muy enfermo y debe someterse a una resonancia magnética. En rumano, las siglas de ese procedimiento diagnóstico son R.M.N., pero también puede pensarse en el título de la cinta como la palabra “Rumania” sin vocales. Y la falta de vocales nos lleva al segundo problema para el matarife, y que tiene que ver con su pequeño hijo Rudi (Mark Edward Blenyesi), quien ha dejado de hablar desde que fue testigo de una misteriosa amenaza mientras se dirigía solo hacia su colegio. Tanto Ana como Matthias desconocen qué fue lo que vio su hijo. Pudo haber sido un animal salvaje, un hombre con intenciones perversas, o tal vez se trate de un inmigrante. Lo cierto es que el padre de Rudi no quiere que su hijo sea “un mariquita cobarde agarrado de las faldas de su madre”. Por esta razón, le enseña a ser todo un hombre, educándolo en el machismo, la violencia y el uso de las armas.

El momento más potente de la cinta de Mungiu, todo un experto en los usos de los planos secuencia, tiene que ver con una espeluznante reunión en el salón comunal, llevada a cabo por los habitantes del pueblo y coordinada por el párroco y el alcalde. En dicha reunión, los habitantes de Transilvania se quejan del trato que reciben los rumanos en el extranjero, pero al mismo tiempo, rechazan y piden la expulsión de los panaderos de Sri Lanka, utilizando unos argumentos irracionales, racistas y xenófobos como la supuesta falta de higiene y la contaminación del pan por unas manos que pueden transmitir quien sabe qué enfermedades provenientes del extranjero, por sus diferencias religiosas (pese a que uno de ellos es católico) o, simplemente, porque estos forasteros le están quitando el trabajo a los locales, cuando ninguno de ellos aceptó el empleo. Si les suena conocida esta discusión, no es porque esta película sea un remake. Esto es algo que está sucediendo en todas partes del mundo.

R.M.N. es una película sobre el miedo y sobre la comodidad que resulta en proyectar los problemas hacia el otro, ya sea un inmigrante, un gitano, una amante o un animal salvaje. Pero R.M.N. también es una cinta sobre el odio que está carcomiendo a Europa, a América y, en general, al mundo entero. Lo más aterrador de la cinta de Mungiu está fuera de cámara. Y es que el miedo y el odio, están siendo alimentados y explotados por unos movimientos políticos de ultraderecha que están cobrando cada vez más fuerza, como si se tratara de unos vampiros chupasangre dispuestos a sumir al mundo en la oscuridad.

Sobre André Didyme-Dôme 1646 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista Rolling Stone en español y es docente universitario; además, es director del cineclub de la librería Casa Tomada y conferencista en Ilustre. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

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