La quinta entrega del MonsterVerse despierta al niño interior que desea ver monstruos peleando a diestra y siniestra.
Director: Adam Wingard
Rebecca Hall, Bryan Tyree Henry, Dan Stevens, Kaylee Hottle
Antes del enfrentamiento siempre es bueno iniciar con unas cuantas estadísticas. Godzilla, el monstruo japonés engendrado en 1954 cuenta con 38 películas hasta la fecha (4 de ellas de origen estadounidense) y se acaba de ganar un Óscar gracias a los efectos especiales de Godzilla Minus One (la cinta No. 32 hecha en Japón). Por su parte, King Kong, el rey de las bestias, cuenta con 13 películas, siendo la primera de 1933 todo un clásico del cine.
El MonsterVerse es una franquicia de películas de monstruos (kaiju, como se les conoce en japonés) y es un esfuerzo conjunto entre los Estados Unidos (Warner) y Japón (Toho). La primera entrega de este universo compartido fue Godzilla (2014), un reinicio de la saga (existe una terrible cinta de altísimo presupuesto dirigida por Roland Emmerich de 1998). Luego vino Kong: La Isla Calavera (2017), un reinicio de la franquicia de King Kong (existe también un estupendo remake del clásico del 33 a cargo de Peter Jackson y estrenado en 2005).
La tercera película del MonsterVerse fue Godzilla: Rey de los monstruos (2019) una cinta enredada, abrumadora y mediocre. La cuarta fue Godzilla vs. Kong (2021), que enfrentó a los dos titanes con resultados satisfactorios (Ishiro Honda ya había cruzado al gorila y al lagarto en 1962). Y luego está la serie Monarca: El legado de los monstruos, que se centra en la organización secreta encargada de descubrir y rastrear a las criaturas de enorme tamaño.
Ahora, Adam Wingard, el director de Godzilla vs. Kong (y la persona detrás de las excelentes You’re Next y The Guest, pero también de las pésimas adaptaciones de La bruja de Blair y Dead Note), regresa al ruedo con una nueva cinta protagonizada por el gorila titánico y el lagarto radioactivo, esta vez no como rivales, sino como aliados en batalla.
El elenco de humanos siempre ha sido el talón de Aquiles para las películas de Godzilla y, en este caso, no es la excepción. Wingard, en conjunto con los guionistas Terry Rossio (Godzilla vs. Kong), Simon Barrett (You’re Next) y Jeremy Slater (The Umbrella Academy), deciden revisar de manera exhaustiva las películas de kaiju y prestar mucha atención. Esto resulta aquí en un grupo arquetípico de humanos conformado por la bella doctora Ilene Andrews (Rebecca Hall fuera de su zona de confort), el galán aventurero Trapper (Dan Stevens de The Guest), el gordito chistoso Bernie Hayes (Bryan Tyree Henry demostrando de nuevo que lo suyo no es la comedia, con un pobre remedo de Steve Buscemi), y la niña valerosa Jia (la actriz sorda Kaylee Hottle). Este cuarteto no lo hemos visto solamente en las cintas kaiju. Casi todo anime lo tiene (dos ejemplos claros son Mazinger-Z y Capitán Centella, de los cuales esta película se roba el puño atómico y el pequeño Kong, respectivamente).
La trama (otra gran debilidad de los kaiju) es más o menos la siguiente: Jia, la supuesta última sobreviviente de la tribu perdida Iwi y ahora hija adoptiva de Ilene, recibe unas señales de ayuda en forma de alucinaciones, lo que lleva a la doctora a organizar un escuadrón para viajar de nuevo al núcleo hueco de la Tierra, de donde proceden estas criaturas. Resulta que hay una gran amenaza: Un primate malvado llamado Scar King controla a Shimo, un dragón de Komodo que, al parecer, causó la última era de hielo con sus poderes. Es así como King Kong y Godzilla deben dejar de lado sus diferencias (cual Batman y Superman o perros y gatos), para luchar contra los dos monstruos que tienen esclavizados a una gran cantidad de primates, entre ellos al pequeño Kong.
La verdadera fuerza de este tipo de películas está en las peleas (esto es lucha libre con monstruos) y Wingard lo sabe muy bien. Es por ello por lo que les da más relevancia a las criaturas y deja atrás las conspiraciones, traiciones y demás (que de eso se encargue la serie), para más bien mostrarnos a Kong golpeando a sus enemigos haciendo uso de su hacha radioactiva, su nuevo puño cyborg e inclusive usando al pequeño Kong como arma (no me hagan hablar del diente de Titanio). Godzilla no se queda atrás vomitando lavaza radioactiva, para luego dormitar en el Coliseo Romano como si se tratara de un tierno gatito gigante. Y aquellos que estaban esperando con ansias la aparición de Mothra, la polilla, quedarán saciados.
Las escenas de pelea ahora tienen una mayor claridad y se asemejan mucho a las coreografías camp de los estudios Toho, alejándose por fin del caos frenético y abrumador de Transformers (Godzilla: El rey de los monstruos peca mucho por copiarse de la estética de Michael Bay).
Si usted tiene un niño interior de ocho años deseoso de ver en la gran pantalla a un gorila, un lagarto, un dragón de Komodo, una polilla y dos monos golpeándose brutalmente en 3D mientras destruyen todo lo que está a su alrededor, Godzilla x Kong: El nuevo imperio lo colmará de alegría y emoción. El MonsterVerse puede ser algo ridículo, pero es muy divertido.
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