Kensuke’s Kingdom (El reino de Kensuke) (2024)

Una cinta animada británica que adapta el libro del mismo nombre y que evoca a clásicos como Robinson Crusoe, Capitanes intrépidos e Infierno en el pacífico.

Directores:  Neil Boyle, Kirk Hendry

Con las voces de Aaron MacGregor, Cillian Murphy, Sally Hawkins, Raffey Cassidy, Ken Watanabe


La adaptación animada del libro homónimo de Michael Morpurgo ofrece una experiencia visualmente rica y emocionalmente conmovedora que logra capturar el espíritu de la obra original. Con un enfoque cinematográfico clásico (los británicos tienen en su haber clásicos de la animación como Animal Farm y Watership Down), la película combina la narrativa de una aventura de supervivencia similar a la de Robinson Crusoe, enfocándose en una exploración de la amistad y la comprensión entre culturas.

La historia sigue a Michael (con la voz de Aaron MacGregor), un niño que, junto a su perrita Stella, se encuentra varado en una isla remota después de un accidente en alta mar. La isla resulta ser el hogar de Kensuke (Ken Watanabe), un veterano japonés de la Segunda Guerra Mundial que ha vivido en soledad desde el final del conflicto. Lo que sigue es una historia de crecimiento personal y conexión con la naturaleza, mientras que Michael y Kensuke superan las barreras del idioma y las diferencias culturales para formar un vínculo profundo de amistad.

Uno de los aspectos más destacables de El reino de Kensuke es su enfoque visual. Inspirada en cineastas como Nicolas Roeg y Powell & Pressburger, la película utiliza paisajes vastos y detallados que convierten a la isla en un personaje más de la historia. La elección de un formato amplio tipo Cinemascope refuerza la sensación de aislamiento y majestad del entorno, haciendo que cada encuadre cuente una historia por sí mismo. Además, la influencia de técnicas cinematográficas clásicas, como las pinturas mate, añade una cualidad casi onírica a los fondos, evocando una atmósfera de otro tiempo y lugar.

Aquí, la animación no solo sirve como un medio para superar las limitaciones logísticas de una producción de acción real, sino que también permite una mayor libertad creativa para expresar las emociones internas de los personajes sin depender del diálogo. Los directores optaron por un estilo de narración que minimiza las palabras y maximiza el uso de expresiones faciales, lenguaje corporal y la música, lo que ofrece una experiencia inmersiva y emocionalmente resonante.

MacGregor le da vida a Michael con una interpretación que captura su vulnerabilidad y evolución personal, recordándonos al clásico Capitanes intrépidos (1937), con ese niño que aprende a madurar cuando es acogido por un rudo marinero encarnado por Spencer Tracy; mientras que Ken Watanabe aporta una gravedad serena a Kensuke, recordándonos otro clásico del cine, esta vez Infierno en el pacífico (1968), en donde Toshiro Mifune aprende a compartir una isla desierta con Lee Marvin. Las interacciones entre estos dos personajes son el corazón de la película y su relación evoluciona de una desconfianza inicial a una amistad profunda y conmovedora.

Sin embargo, a pesar de sus muchos aciertos, la cinta tiene algunos momentos en los que la narrativa pierde el foco. La inclusión de los orangutanes y su conflicto con cazadores furtivos, aunque agrega tensión, desvía la atención del viaje emocional de Michael y Kensuke. Estos segmentos, aunque visualmente impresionantes, no tienen el mismo peso emocional que las interacciones entre los personajes principales y se siente como un mensaje de cuidado a la naturaleza forzado y de poca delicadeza, algo que en las manos de Hayao Miyazaki se hubiera manejado de manera más experta.

El final de la película, aunque más optimista de lo que se siente, encaja con el tono de la producción, el cual es algo duro pero igualmente enfocado a un público infantil. Es una conclusión satisfactoria que ofrece esperanza y cierre, sin dejar de lado los temas más profundos de la historia.

Aunque no es perfecta, El reino de Kernsuke logra capturar la esencia de la obra de Morpurgo (el mismo autor de Caballo de guerra) y ofrece una experiencia cinematográfica que resonará con audiencias de todas las edades. Es una aventura conmovedora y visualmente impactante que celebra la conexión humana y la capacidad de adaptación frente a la adversidad, algo que las nuevas generaciones necesitan aprender con suma urgencia.

Sobre André Didyme-Dôme 1780 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista ROLLING STONE EN ESPAÑOL y es docente universitario; además, es guionista de cómics para MANO DE OBRA, es director del cineclub de la librería CASA TOMADA y conferencista en ILUSTRE. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

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