
Este no es solo un documental sobre la migración de estos cetáceos, sino una experiencia sensorial y espiritual que nos sumerge en el océano como un espacio sagrado.
Director: Simón González

Majestuosa, migratoria y dotada de un canto enigmático que ha fascinado a científicos y poetas por igual, la ballena yubarta (Megaptera novaeangliae) es una de las criaturas más impresionantes del planeta. Con sus enormes aletas pectorales y su capacidad para realizar acrobáticos saltos fuera del agua, esta especie transita miles de kilómetros en una de las migraciones más largas de la naturaleza, conectando ecosistemas y culturas a lo largo de su ruta. Su canto, caracterizado por complejas secuencias de sonidos que pueden durar hasta 20 minutos, es un lenguaje en evolución que varía entre poblaciones y parece desempeñar un papel crucial en la comunicación y el cortejo.
A pesar de su relevancia ecológica, la yubarta ha enfrentado amenazas severas. Durante el siglo XX, la caza comercial redujo drásticamente su población, llevándola al borde de la extinción. Gracias a esfuerzos internacionales de conservación, sus números han comenzado a recuperarse, pero siguen bajo la amenaza del tráfico marítimo, la contaminación acústica y el cambio climático.

Es en este contexto que Choibá: La danza de la ballena yubarta emerge como una exploración cinematográfica que busca no solo documentar el viaje de estos cetáceos, sino también ofrecer una experiencia sensorial y espiritual en torno a su presencia en el Pacífico colombiano. El director Simón González Vélez ha desarrollado una carrera centrada en el cine documental con un fuerte compromiso por la conservación del medio ambiente y una filmografía que busca capturar la esencia de la relación entre el ser humano y la naturaleza.
Su trabajo le ha permitido explorar territorios inhóspitos, desde las selvas hasta los océanos, siempre con la intención de generar conciencia sobre el equilibrio ecológico. En Jaguar: Voz de un territorio, su largometraje anterior, González abordó el enigmático mundo del jaguar, no solo desde la biología de la especie, sino desde la cosmovisión de las comunidades que lo consideran un espíritu guardián. Choibá sigue esta línea de exploración, pero ahora desde el agua, adentrándose en el misterio y la mística de la ballena yubarta.
Choibá es una palabra de origen indígena, utilizada en la región del Pacífico colombiano. En lengua emberá, hace referencia a un árbol sagrado y, por extensión, simboliza la conexión entre la naturaleza y lo espiritual. Su uso en el título del documental sugiere un vínculo profundo con la cosmovisión de las comunidades que habitan la zona y con la idea de la ballena yubarta como un ser místico que guía un viaje sagrado a través del océano.
De acuerdo con González, el documental también encuentra inspiración en el legado del legendario explorador Jacques Cousteau, quien revolucionó la forma en que el cine y la televisión retratan la vida marina. Aunque Choibá se aleja del enfoque científico clásico de Cousteau para sumergirse en una experiencia cinematográfica más sensorial y metafísico, González tiene un equipo que lo acompaña en esta odisea y que está compuesto por expertos que combinan sus habilidades técnicas con una profunda conexión con el océano. Fabio Dávila, instructor de buceo con más de 20 años de experiencia, aporta la sensibilidad del explorador submarino; Carlos E. Londoño, comunicador audiovisual, traslada su aprendizaje en la selva a las profundidades del mar; Andrés Quintero, productor y sonidista, captura la riqueza acústica del océano, un aspecto clave en la película; y Felipe Ibargüen, director de fotografía, dota a la película de una hermosa estética visual.
A diferencia de los documentales tradicionales de vida marina, Choibá no solo sigue a las ballenas, sino que transforma su migración en una travesía espiritual. Para ello, se apoya en tres mujeres que encarnan la conexión humana con la naturaleza desde distintos ámbitos. Nuki Porchez, quien ha vivido en la selva de Nuquí durante más de tres décadas, representa el vínculo ancestral con la tierra y el mar; Tita Cortés Valestt, bailarina y terapeuta del movimiento, aporta una dimensión poética y corporal a la exploración de la danza de las ballenas; y Sofía Gómez, apneísta de renombre mundial, se adentra en las profundidades para encontrarse cara a cara con estos gigantes del océano. A través de sus perspectivas, el documental nos invita a comprender la migración de la ballena no solo como un fenómeno biológico, sino como un acto sagrado que conecta especies, elementos y emociones.
Choibá: La danza de la ballena yubarta es una obra que trasciende la simple observación documental para convertirse en una experiencia introspectiva. Con una fotografía hipnótica, un diseño sonoro envolvente y una narrativa que fluye entre la ciencia y el saber ancestral, la película nos recuerda que la naturaleza no es solo un espectáculo para ser observado, sino un ente con el que podemos conectar a un nivel más profundo. Simón González nos entrega un documental que, como su protagonista, viaja entre dimensiones: la del conocimiento, la de la emoción y la de lo sagrado. En un mundo donde los océanos están amenazados, Choibá nos recuerda que escuchar el canto de las ballenas es también escuchar un llamado a la preservación y al respeto por el planeta.
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