Karate Kid Legends (Karate Kid Leyendas) (2025)

Una de las franquicias más queridas de los años ochenta regresa con una nueva entrega que intenta unir generaciones, tradiciones y estilos.

Director: Jonathan Entwhistle

Ben Wang, Jackie Chan, Ralph Macchio, Joshua Jackson, Sadie Stanley, Ming-Na Wen, Aramis Knight 

Antes de que Daniel LaRusso se convirtiera en símbolo de madurez juvenil, el nombre Karate Kid ya existía en el universo de DC Comics. Se trataba de Val Armorr, un superhéroe del siglo XXX, miembro de la Legión de Superhéroes, maestro absoluto de todas las artes marciales, y ejemplo de control físico y ético. Sin embargo, fue el cine quien resignificó esa identidad, no como una figura invencible, sino como un muchacho común en busca de respeto, dignidad y pertenencia.

La película de 1984, dirigida por John G. Avildsen, heredero del humanismo pugilístico de Rocky, propuso una fórmula inesperada que consistía en mostrar las artes marciales no como un espectáculo violento, sino como una vía de crecimiento espiritual. Ralph Macchio encarnó a Daniel San con una mezcla de torpeza adolescente y nobleza emocional. Pero fue el fallecido Pat Morita como el señor Miyagi quien dotó al relato de una dimensión poética, que fue la del sabio jardinero que enseña el equilibrio interior mientras poda bonsáis y encera autos, ofreciendo una de las representaciones más conmovedoras del mentor cinematográfico moderno.

Tras una sólida trilogía y una desastrosa cuarta entrega con Hilary Swank como relevo, la franquicia pareció agotada. El fallido intento de remake en 2010, con Jackie Chan y Jaden Smith, cambió de escenario, de filosofía y de idioma marcial, pasando del karate al kung fu, pero aunque bien intencionada, no logró capturar la alquimia emocional del original.

Cobra Kai, sin embargo (la serie iniciada en YouTube y revitalizada por Netflix) supo revertir el desgaste mediante un gesto narrativo más que lúcido que consistió en convertir al villano en antihéroe y al héroe en figura ambigua. Johnny Lawrence (William Zabka), antes símbolo de la arrogancia, se volvió un sujeto roto, víctima de su contexto y su educación. Daniel LaRusso, ahora adulto, se mostraba rígido, moralista, incapaz de comprender los matices del presente. Esa relectura no solo amplió el universo, sino que modernizó su discurso sin traicionar su esencia.

Karate Kid Legends llega como una especie de epílogo de Cobra Kai, aunque en forma de largometraje. El título pretende condensar décadas de historia y ofrecer una renovación generacional. El punto de partida es Li Fong (Ben Wang destilando carisma), un adolescente sinoestadounidense, tímido, brillante y profundamente marcado por un trauma familiar: Su hermano mayor murió víctima de la violencia, lo que llevó a su madre (interpretada con sobriedad y dolor por Ming-Na Wen) a prohibirle cualquier acercamiento a las artes marciales.

Li es un personaje con doble desplazamiento. En su escuela es víctima de bullying y racismo; en casa, de una sobreprotección asfixiante. Su refugio emocional es Sadie (Sadie Stanley), una compañera que lo comprende, y cuya relación amorosa funciona como anclaje narrativo. El primer giro ocurre cuando Li, en un rol inesperado, se convierte brevemente en maestro de un adulto. Joshua Jackson interpreta al padre de Sadie, un boxeador retirado, derrotado por la vida, que redescubre su propia dignidad gracias al muchacho. Esta inversión de roles (el joven que guía al adulto) es uno de los grandes aciertos del primer acto.

Pero la estructura clásica pronto se impone. Un conflicto con la autoridad, un episodio de violencia y una necesidad de transformación. Es entonces cuando entran en escena los dos tótems del legado: Daniel LaRusso y el Sr. Han, o mejor dicho, Ralph Macchio y Jackie Chan, reunidos por primera vez en pantalla. La película apuesta por el mestizaje narrativo de Cobra Kai. Ya no se trata solo de unir karate y kung fu, sino de conciliar pedagogías, estilos, visiones del mundo.

La interacción entre Chan y Macchio es entrañable. Ambos actores, con la madurez de quienes llevan décadas cargando símbolos, juegan con sus personajes sin parodiarlos. Los entrenamientos se construyen desde la contención emocional y la transferencia de valores. Aunque las coreografías están filmadas con una edición caótica y desordenada (uno de los puntos más flojos de la cinta), el vínculo entre maestro y alumno se mantiene como columna vertebral.

Uno de los aspectos más conmovedores de la película es el conflicto entre Li y su madre. En lugar de caer en el cliché de la madre antagonista, el guion (aunque algo superficial) permite entender su temor como un mecanismo de duelo no resuelto. La maternidad aparece aquí como territorio de culpa, protección y miedo a la repetición del trauma. Las escenas entre Wang y Wen son, en su brevedad, de lo más honesto que ofrece la cinta, con el perdón de las escenas entre Jackson y Wen. Hubiera sido maravilloso que Wang hubiera tenido estos momentos con sus mentores. 

En Karate Kid Legends no todo funciona. El montaje es torpe, la película es ruidosa, y el tercer acto resuelve con prisas lo que debió decantarse con mayor naturalidad. El torneo final, en lugar de una culminación emocional, se siente como una obligación contractual con la saga. A lo largo de sus casi dos horas de metraje, la aglomeración de situaciones termina por abrumar y no permitir momentos que habrían requerido silencio y contención.

Pero hay algo irrefutable: Karate Kid Legends tiene alma. No es una película refinada ni compleja, pero es genuina. Su apuesta por la intergeneracionalidad, por la migración cultural (china y japonesa en suelo estadounidense), y por la redención como motor narrativo, conserva el espíritu que convirtió a Karate Kid en una fábula universal.

En un tiempo saturado de franquicias que se reciclan sin rumbo, esta entrega (algo fallida, sí, pero honesta) nos recuerda que la verdadera victoria no está en el trofeo, sino en el proceso. En atreverse a sanar, enseñar y volver a empezar.

P.D. No se pierda la escena postcréditos.

Sobre André Didyme-Dôme 1887 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista ROLLING STONE EN ESPAÑOL y es docente universitario; además, es guionista de cómics para MANO DE OBRA, es director del cineclub de la librería CASA TOMADA y conferencista en ILUSTRE. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

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