Continúa la tendencia de “películas empresariales”. Primero con una famosa marca de zapatos, luego con un popular videojuego ruso y ahora con un teléfono celular que ya hace parte del pasado.
Dirección: Matt Johnson
Jay Baruchel, Glenn Howerton, Matt Johnson, Martin Donovan, Cary Elwes, Michael Ironside
Siguiendo la tradición iniciada por la obra maestra The Social Network de David Fincher sobre Facebook y la estupenda The Founder sobre McDonald’s, el año pasado el actor y director Ben Affleck nos sorprendió con Air, una enérgica y divertida reconstrucción de los hechos que llevaron a Nike a convertirse en una de las marcas líderes en el mercado de las zapatillas deportivas, gracias a su asociación con la leyenda del baloncesto Michael Jordan. Meses después, la sorpresa fue doble cuando Jon S. Baird nos contó una emocionante historia salpicada de intrigas políticas y espionaje, con su película sobre Tetris, uno de los videojuegos más populares de todos los tiempos. Y ni hablar de Flamin’ Hot sobre los cheetos picantes, o The Beanie Bubble, sobre la fiebre efímera a los muñecos conocidos como los Beanie Babies.
En lo que bien podría constituir un nuevo género de películas biográficas (algo así como “cine empresarial”), llega ahora BlackBerry, la película sobre la marca de teléfonos móviles que, al incorporar un teclado completo y a la posibilidad de enviar correos electrónicos, transformó el mundo tal y como lo conocemos, para luego quedar en el olvido.
Basada en el libro de 2015 Perdiendo la señal: La historia no contada detrás del extraordinario auge y la espectacular caída de BlackBerry de Jacquie McNish, la cinta del actor y director Matt Johnson (The Dirties, Operation Avalanche), es un recuento frenético, gracioso, neurótico y difícil de resistir, que nos ilustra sobre la creación de uno de los primeros teléfonos inteligentes del mundo, desarrollado por un grupo de nerds canadienses que exasperarían a los elencos de The Big Bang Theory, Silicon Valley y The IT Crowd. Sin embargo, más que pensarse como una variación de La venganza de los nerds, el trabajo de Johnson se ajusta más al título de La derrota de los nerds. Y es que, a diferencia de los títulos de cine empresarial mencionados anteriormente, BlackBerry es una película que, lejos de celebrar, se enfoca en el fracaso de una marca.
La historia comienza en una ciudad con un nombre que connota derrota: Waterloo. Los amigos de infancia Mike Lazaridis (Jay Baruchel en un bienvenido regreso) y Doug Fregin (interpretado por el director Johnson, quien también coescribió la película) dirigen una empresa de tecnología llamada Research In Motion (RIM) que fabrica beepers y módems. La astuta fotografía de Jared Raab (V/H/S/94), combinada con una banda sonora muy bien seleccionada, nos lleva directamente a un viaje inmersivo hacia finales de los noventa, caracterizada por la música indie y Hip Hop, las películas en VHS y DVD y el cine independiente sucio y oscuro.
Lazaridis, un joven retraído y obsesivo, intenta presentar junto con su amigo Doug su proyecto de teléfono celular y todo es un desastre. No obstante, algo le queda retumbando en el oído a Jim Balsillie (Glenn Howertton de la serie It’s Always Sunny in Philadelphia) un ejecutivo amante del dinero y del hockey. Luego de ser despedido por su jefe Rick Brock (Martin Donovan), Balsille convence a Lazaridis de que un hombre despiadado, astuto y ambicioso, es lo que se necesita. Fregin duda de la propuesta, pero al final los dos aceptan. Como si se tratara de una versión capitalista de Los Tres Chiflados, Balsille (Moe), Lazardis (Larry) y Fregin (Curley), discuten, gritan e intercambian insultos mientras intentan convertir al BlackBerry en un éxito. Y lo logran.
Dos cruentos enemigos aparecen en esta cinta. El primero es Carl Yankowski (Cary Elwes), el CEO de Palm (la empresa detrás de la olvidada Palm Pilot) quien intenta hacer una adquisición hostil de RIM, pero, como bien se sabe, es derrotado. Sin embargo, el segundo jefe es prácticamente invencible: Steve Jobs y su iPhone con teclado incorporado en la pantalla.
Lazaridis ha sucumbido por la ambición y se ha convertido en un yuppie; Balsille le cede el control a Charles Purdy (Michael Ironside) para cumplir con su sueño irrealizable de comprar un equipo de hockey; y Fregin tan solo quiere volver a ver películas con sus amigos y estar tranquilo. Todo esto, más un grave problema financiero relacionado con los sueldos prometidos a sus empleados, acaban con el sueño. Pero fue bueno mientras duró.
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