Dirección: Miguel Arteta
Salma Hayek, John Lithgow, Chloë Sevigny, Connie Britton
El director puertorriqueño Miguel Arteta (Chuck & Buck, The Good Girl) nos presenta una pequeña pero potente película, llamada Beatriz At Dinner, que cuenta con una de las mejores actuaciones en la carrera de Salma Hayek.
Hayek interpreta aquí a Beatriz, una masajista y curadora holística, amante de los animales (especialmente las cabras). Beatriz le imparte masajes a domicilio a Cathy (Connie Britton), la esposa de un hombre de clase alta (David Warshofsky) y quien siente cariño por su masajista, debido a que ayudó a superar el cáncer de su hija adolescente. Después de terminar su sesión, Beatriz se da cuenta de que su carro no arranca. Es así que Cathy la invita a ser partícipe de una velada junto a unos amigos en su lujosa residencia. Dentro de los invitados están las parejas arribistas conformadas por Alex y Shannon (Jay Duplass y Chloë Sevigny) y Jean y Doug Strutt (Amy Landecker y John Lithgow).
Doug es un millonario al cual todos los invitados (excepto Beatriz), le deben su éxito económico. Es un personaje que Lithgow sabe retratar de una manera compleja, para mostrarnos la cara del capitalismo salvaje y la xenofobia que llevó a Donald Trump a la Presidencia de los Estados Unidos.
En la cena, los invitados y dueños de casa muestran incomodidad e intentan ser condescendientes con una mujer que ellos ven como una persona inferior: Beatriz es una mujer mexicana de origen humilde, probablemente una inmigrante ilegal, vestida con ropa barata y con un inglés imperfecto, mientras que ellos son gente blanca de clase alta, que gana millones en el negocio de los bienes raíces. Sin embargo, Beatriz no tiene pelos en la lengua para declarar su actitud frente a la vida y para manifestar de manera enérgica en lo que no está de acuerdo.
Salma Hayek logra así un personaje incómodo y poco glamoroso, que lleva a que el espectador reconozca sus propios prejuicios y que nos hace entender cómo muchos de nosotros hubiéramos actuado de igual manera, si alguien como Beatriz fuera invitada a cenar al interior de nuestras casas.