Superman (2025)

El director de Guardians Of The Galaxy reinventa a Superman sin oscuridad, sin cinismo y sin vergüenza de la bondad.

Director: James Gunn

David Corenswet, Rachel Brosnahan, Nicholas Hoult, Nathan Fillion, Edi Gathegi, Isabela Merced, Anthony Carrigan, Wendell Pierce, Skyler Gisondo, Bradley Cooper, Angela Sarafyan

Desde Superman vs. the Mole Men (1951), la figura del Hombre de Acero ha atravesado múltiples reinvenciones cinematográficas. La clásica epopeya bondadosa de Richard Donner con Christopher Reeve, la secuela igualmente épica de Richard Lester (y sus dos secuelas irregulares), la nostálgica aunque fallida Superman Returns (2006) de Bryan Singer, y el giro oscuro y crepuscular de Zack Snyder con Man of Steel (2013), que transformó a Superman en un dios distante, casi culpable de existir. Pero ahora, en Superman (2025), James Gunn desarma esos trajes blindados de solemnidad y pesimismo, y ofrece una versión que es, sí, política, sí, moderna, pero sobre todo profundamente humana y alegre.

No hay necesidad de ocultarlo: esta es una película contra el cinismo. Gunn apuesta por lo que muchos consideran una herejía contemporánea: la bondad sin ironía, el idealismo sin dobleces. Y lo hace con un Superman interpretado por David Corenswet, quien no pretende rehacer lo hecho por Reeve, Routh o Cavill, sino absorber sus virtudes. Su Superman es solar en todos los sentidos, radiante, ligeramente torpe, con la melancolía de alguien que quiere encajar sin renunciar a su esencia. Tiene algo del Brendan Fraser de los noventa: Nobleza, encanto y vulnerabilidad.

La historia arranca con una intervención del Hombre de Acero en un conflicto armado entre dos naciones ficticias (Jarhanpur y Boravia), una decisión narrativa que permite hablar de migración, imperialismo, y del lugar que ocupa un ser todopoderoso cuando la geopolítica es ambigua. Lex Luthor (un Nicholas Hoult afilado y despiadado que canaliza a Elon Musk y a Donald Trump por partes iguales) manipula ese escenario y desata un juego de percepciones que recuerda las guerras de desinformación modernas. En este sentido, la película es abiertamente política, pero sin convertir a Superman en un símbolo panfletario. Es un hombre, un ser humano que desea hacer el bien, aunque eso no sea rentable ni conveniente.

Hay una crítica aguda, casi personal, a las redes sociales y a la cultura de la cancelación. Superman es atacado en línea, desacreditado, tergiversado, convertido en una etiqueta vulgar (#supermierda). Y no es difícil ver ahí la catarsis de Gunn, quien fuera despedido y luego readmitido por Marvel tras una campaña digital en su contra.

James Gunn confeccionó también una carta de amor al periodismo duro. El Daily Planet, por contraste, emerge como el último bastión del periodismo honesto e investigativo. Lois Lane (una Rachel Brosnahan incisiva y brillante, pero sin caer en la caricatura de mujer “difícil”) es el corazón ético de la película. Y Jimmy Olsen, interpretado con ternura por Skyler Gisondo, por fin tiene la dignidad y el rol que se merece como el testigo joven y humano de todo este delirio (cabe recordar que Snyder lo mató de un tiro en la cabeza).

La película celebra también la diferencia. La Justice Gang, un remedo marginal de la Liga de la Justicia reúne a superhéroes desplazados del canon y los abraza con una honestidad conmovedora (todo un don cortesía de su director). Mr. Terrific (Edi Gathegi) es intelectualmente brillante, tiene la actitud del mejor héroe de Blaxploitation (es una mezcla entre Shaft y Superfly) pero casi invisible en la cultura pop, quizá porque no es blanco. Hawkgirl (Isabela Merced) es tratada con la fuerza y autonomía que suele negársele a las heroínas derivadas (recordemos que el personaje nació como ayudante de Hawkman, su contraparte masculina). Guy Gardner (Nathan Fillion) es grosero, odioso, tiene un corte de cabello horrible, y es un Linterna Verde de repuesto, pero también es heroico y leal. Y Metamorpho (Anthony Carrigan), es un superhéroe con una tragedia corporal y psicológica a cuestas que se roba varias escenas. Superman no los lidera desde la superioridad, sino desde la confianza. Cree en ellos, y eso basta para hacerlos funcionar.

Y luego está Krypto. El supercan. El caos encantador. El alivio cómico y emocional. Gunn entiende que el humor no está reñido con la emoción. Krypto no es solo una mascota: es el símbolo de que incluso el más poderoso necesita a alguien que lo quiera sin condiciones. Su comportamiento (revelado en una escena postcréditos tan absurda como brillante) es uno de los momentos más inesperadamente emotivos de toda la película (cabe mencionar que Krypto es en realidad, la mascota del director).

La acción de Superman es espectacular, pero nunca vacía. Sí, hay portales interdimensionales, ciudades en ruinas, criaturas descomunales y hologramas de Jor-El y Lara (interpretados por Bradley Cooper y Angela Sarafyan), pero todo está al servicio del drama y de los personajes. Gunn sabe equilibrar el exceso con el corazón. Y si algunos espectadores ocasionales se pierden entre las referencias a las películas de Donner y Lester y los guiños a Creature Commandos o a Peacemaker, es porque esta cinta no se avergüenza de hablarle primero al seguidor acérrimo de DC y al lector amante de los cómics.

Este Superman no pretende emular a The Dark Knight ni a Endgame. Es otra cosa. Es una carta de amor a la esperanza, al poder del periodismo, a la diferencia, y al sol como símbolo de lo que somos cuando dejamos de escondernos en la sombra. Puede que no salve el género por sí sola, pero lo recuerda a tiempo: No necesitamos más antihéroes cínicos.

P.d. Es muy probable que los monos controlados por Luthor escriban múltiples diatribas de odio a esta película y se convierta en un fracaso de taquilla, Pero este Superman nos recuerda que el dinero no lo es todo y que, a veces, solo necesitamos alguien que vuele para ayudarnos a mirar hacia arriba.

Sobre André Didyme-Dôme 1957 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para las revistas ROLLING STONE Y THE HOLLYWOOD REPORTER EN ESPAÑOL y es docente universitario; además, es guionista de cómics para MANO DE OBRA, es director del cineclub de la librería CASA TOMADA y conferencista en ILUSTRE. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

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