Un intento de evangelización descarado disfrazado como la reconstrucción de un caso real.
Dirección: Roxann Dawson
Chrissy Metz, Topher Grace, Josh Lucas, Marcel Ruiz, Mike Colter
A comienzos del siglo XX, el director ruso Lev Kuleshov llevó a cabo un famoso experimento en el cual yuxtaponía tomas de un actor mirando a la cámara con otras tomas. Cuando el hombre aparecía junto a un plato de sopa, el público decía que parecía hambriento. Sin embargo, las tomas eran neutras: era el montaje el que les daba significado. La película cristiana Un amor inquebrantable es un claro ejemplo de ese mismo principio de manipulación de consciencias por medio de la imagen en movimiento, en la cual las tomas reunidas en la mente del espectador dan como resultado un milagro.
El debut cinematográfico de la directora Roxann Dawson utiliza como pretexto un caso real para evangelizar a su audiencia. En el 2015, el joven de 14 años de edad John Smith (Marcel Ruiz), cae junto con dos amigos en las gélidas aguas congeladas de un lago de Missouri, permaneciendo sumergido por más de 15 minutos. Sus amigos resultaron ilesos, pero John duró sin pulso por 45 minutos, haciendo que todos los pronósticos de supervivencia fueran reservados. Sin embargo, el adolescente terminaría recuperándose por completo del accidente.
Lo que podría explicarse como un caso excepcional de regeneración neuronal o de un cuerpo resiliente, en Un amor inquebrantable solo se explica como un milagro causado por el poder de la oración. Mientras que los doctores Sutterer (Sam Trammell de la serie True Blood) y Garrett (Dennis Haysbert), se muestran escépticos con el futuro de John, su madre adoptiva Joyce (Chrissy Metz de la serie This Is Us) se dedica a orar y a atacar a todos aquellos que tengan una actitud negativa frente a la situación (eso incluye al padre adoptivo de John, interpretado por Josh Lucas). Es así que, junto con la ayuda de Jason, un joven pastor, el cual Joyce inicialmente odiaba (Topher Grace), la fe rinde sus frutos y el niño es prácticamente resucitado.
Como suele ocurrir con las llamadas “películas de fe”, aquí no hay espacio para la polémica o para la discusión. Las familias retratadas son lo más parecido a la de Ned Flanders (el personaje conservador de la serie animada Los Simpsons, producida por el mismo estudio de esta cinta); si hay chicos que matonean en la escuela, al final caen en el arrepentimiento; y los escépticos siempre terminan tragándose sus palabras, para admitir sin ninguna duda, que el poder de Dios está por encima de cualquier tipo de explicación científica.
Pero más allá de ser un intento descarado de evangelización, Un amor inquebrantable no posee ningún valor formal que la justifique como una verdadera obra cinematográfica. No tiene una buena fotografía, sus actuaciones son acartonadas y estereotipadas y su ritmo insufrible de dos horas de duración, deja mucho que desear.
Hasta este momento, ninguna “película de fe” ha demostrado tener la madurez, la inteligencia, la sofisticación y la calidad para ser considerada como una buena cinta. Pero es probable que, ante este escenario plagado de escepticismo, algún día ocurra un milagro.