Luego de 5 años de receso, el gran Michael Haneke vuelve con una especie de secuela de su último trabajo, en el que disecciona la vida, el amor y la muerte en la era de la internet.
Director: Michael Haneke
Isabelle Huppert, Jean-Louis Trintignant, Mathieu Kassovitz, Toby Jones
Michael Haneke, uno de los directores más interesantes del cine contemporáneo, vuelve a las pantallas luego de obtener la Palma de Oro en Cannes por su obra maestra Amour hace más de 5 años.
Se podría pensar en Happy End como una especie de secuela de Amour. Sin embargo, esta es una cinta mucho más amarga, pesimista, cruel y transgresora que su predecesora.
Cuenta la historia de una niña de 13 años llamada Eve que debe irse a vivir con su padre (Mathieu Kassovitz) y la nueva esposa de éste, luego de que su madre fuera remitida a un hospital. En su nuevo contexto, Eve conocerá a su tía Anne (Isabelle Huppert), a su trastornado primo Pierre (Franz Rogowski) y a su abuelo Georges (Jean-Louis Trintignant), un hombre que ya no quiere vivir, luego de la muerte de su esposa.
Pero lo verdaderamente interesante de la película de Haneke, radica en la disección de esta familia de clase media alta, en la que la muerte es un espectáculo para ser grabado en un celular, una alternativa para no generar molestias o una situación que lleva a pensar en transacciones financieras. Las emociones quedan reducidas a frases cliché y a danza freestyle, donde el amor y el contacto humano se reducen a chats sexuales, eventos sociales y abrazos y besos diplomáticos.
Happy End puede parecer como un trabajo fragmentado y superficial, pero en realidad es un trabajo inteligente y muy bien pensado, que retrata la crisis de las relaciones humanas en la era de la internet. Luego de ver esta cinta, es difícil no sentir simpatía por el abuelo, un hombre que ya no pertenece a este mundo frío, cínico y disfuncional.