El debut como directora de Adina Pintilie sigue los pasos de autores como Dusan Makavejev y Catherine Breillat, los cuales buscan, desde una perspectiva psicoanalítica y experimental, explorar las complejidades de la mirada, el cuerpo, el deseo, la intimidad y el placer sexual.
Director: Adina Pintilie
Laura Benson, Tómas Lemarquis, Christian Bayerlein, Adina Pintilie, Seani Love, Hanna Hofmann
La directora rumana Adina Pintilie debuta con el largometraje Touch Me Not, un trabajo que busca recuperar la exploración de los fantasmas sexuales dentro del ámbito del cine experimental y el psicoanálisis reichiano, algo que en los años sesenta y setenta interesó a autores como el sueco Vilgot Sjöman (I Am Curious) y el yugoslavo Dusan Makavejev (Los misterios del organismo, Sweet Movie).
Al igual que las películas de Sjöman y Makavejev, el trabajo de Pintilie no presenta ningún afán de autocensura y incluso posee una voluntad explícita de provocación. Asimismo, pretende diluir las fronteras entre el cine documental y argumental.
Touch Me Not nos muestra a una directora de cine (Pintilie interpretándose a sí misma), que busca realizar un documental sobre el cuerpo, la intimidad y la sexualidad de tres personas. La primera es Laura (Laura Benson), una mujer de mediana edad y rasgos fuertes que contrata a acompañantes masculinos para observarlos bañarse o masturbarse, pero que se siente incómoda y agresiva ante la cercanía y el contacto de otros. El segundo es Tudor (Tómas Lemarquis), integrante de una terapia de grupo que sufre de alopecia total y que se siente aislado del mundo debido a sus mecanismos de defensa. El tercero es Christian (Christian Bayerlein), un hombre deformado por una atrofia espinal severa, compañero de terapia de Tudor, y que se siente feliz con su miembro viril (“es la única parte de mi cuerpo que funciona normalmente”) y con su vida sexual.
Laura, Tudor y Christian se exponen ante la mirada atenta y voyerista de Adina y nos confiesan su actitud frente a su cuerpo y ante el sexo, el placer, la intimidad y la relación con los demás. Laura interactúa con una trabajadora sexual transgénero llamada Hanna (Hanna Hoffman), quien no se avergüenza de las imperfecciones de su cuerpo, que ama la música clásica y que se siente a gusto consigo misma. También interactúa con un acompañante masculino llamado Seani (Seani Love), quien se especializa en hacer conscientes las perversiones y los conflictos sexuales de sus clientes, utilizando el contacto físico como principal recurso.
También se descubrirá que muchos de los problemas que tiene Laura consigo misma y con sus relaciones, probablemente tienen mucho que ver con la relación con su padre, el cual se encuentra agonizante en una cama de hospital. Del mismo modo, veremos cómo Christian, su pareja Grit (Grit Uhlemann) y la misma Hanna, frecuentan un club de sadomasoquismo y bondage, donde Eros y Tánatos se confunden en una serie de experiencias extremas.
Algunos críticos han atacado a Touch Me Not, considerándolo como un trabajo que explota a sus protagonistas (la mayoría actores naturales) y que coquetea con los límites de la pornografía. Lo cierto es que dichos ataques son injustificados. En ningún momento la cinta de Pintilie explota a sus personajes o a su temática (algo que sí hizo de una manera cínica Nymphomaniac de Lars Von Trier), y la intención de la pornografía (la cual es la de excitar al espectador a partir de escenas sexuales explícitas) jamás se ve evidenciada en esta cinta (de hecho, no hay ningún personaje en Touch Me Not al que se le pueda calificar como físicamente “bello” a partir de los estándares actuales, salvo el hombre joven, musculoso y tatuado, que se baña y masturba para Laura.
Con Touch Me Not, Pintilie intenta seguir los pasos de la francesa Catherine Breillat, cuyas películas eróticas, explícitas y desenfadadas como Romance, Anatomy Of Hell o 36 Fillette, exploran cómo la mirada, el deseo, la vergüenza, el placer y los conflictos familiares, hacen parte inherente de las complejas dimensiones de la sexualidad humana. Pero la sobre intelectualización del sexo y la falta de sentido del humor (parte esencial del verdadero erotismo), hacen de la obra de Pintilie un trabajo repetitivo, abrumador e inclusive aburrido. Sin embargo, no carece de algunos momentos realmente fascinantes y conmovedores.