Jonah Hill se coloca detrás de la cámara y nos muestra lo que significaba crecer en las calles de Los Ángeles en una década caracterizada por la mejor música Rap, el amor por el skateboarding y la carencia de celulares y de redes sociales.
Director: Jonah Hill
Sunny Suljic, Katherine Waterston, Lucas Hedges
Muchos identifican al actor Jonah Hill como el protagonista de alocadas comedias con títulos como Superbad, The Sitter, Get Him To The Greek o 21 Jump Street. Otros lo hemos catalogado como el destacado intérprete de cintas como Moneyball o The Wolf of Wall Street (trabajos que le valieron dos nominaciones a los premios Óscar).
Ahora Hill hace un sorprendente debut como director, con un emotivo y nostálgico retrato de un niño que crece en las calles de la ciudad de Los Ángeles, a mediados de la década de los noventa.
En los 90 es una elaborada evocación de la Norteamérica de los skaters, del mejor Hip Hop y de la ausencia de celulares y de redes sociales. Al igual que en el clásico de la Nueva Ola Francesa Los 400 golpes de Truffaut, Hill deja que el escenario, así como la personalidad y las emociones de sus protagonistas sean las dueñas de su película, por encima de cualquier estrategia narrativa.
El Antoine Doniel de Hill se llama Stevie (Sunny Sljic), un chico de trece años de edad, cuyo hermano mayor Ian (un excelente Lucas Hedges), lo maltrata de una manera brutal y constante. Dabney (Katherine Waterston), la madre soltera de los dos, trata de controlarlos, pero es inútil. Además, ella está más preocupada por sus parejas que por sus hijos.
Stevie encuentra refugio en un grupo de adolescentes mayores que él, a quienes descubre en una tienda para skaters. Estos jóvenes que pasan el tiempo patinando, divagando, pasándolo bien y cometiendo estupideces, terminan adoptando a Stevie e incluyéndolo en su grupo de chicos perdidos. Sus integrantes son el despreocupado Fuckshit (Olan Prenatt), el desplazado Ruben (Gio Galicia), el tímido aspirante a director de cine Fourth Grade (Ryder McLaughlin), y Ray (Na-Kel Smith), el mayor, el líder, el más talentoso y la conciencia del grupo.
Stevie mira con admiración a este grupo de desadaptados, aprende a actuar maduro y a montar tabla para ser digno de su aceptación, y termina, gracias a ellos, iniciándose en el mundo de las drogas, el sexo y la música rap. Hill (quien escribió también el guion), nunca juzga, nunca toma distancia, ni tampoco lleva a esta película a terrenos moralistas o escabrosos (como es el caso de esas otras películas sobre jóvenes marginados llamadas Kids o Paranoid Park), lo que da como resultado un trabajo tremendamente auténtico, pero del mismo modo, de una gran ternura y sensibilidad.
Y es que Jonah Hill fue adolescente en esa época y puede dar cuenta de ello. Esta es una cinta bellisimamente fotografiada y editada, que nos habla sobre el crecimiento y la amistad, sin edulcoramientos y sin la mirada de un adulto que toma distancia y que se olvida que alguna vez fue joven.
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