Seis grandes actores británicos se desperdician de una manera inconcebible en la tercera versión fílmica acerca de un famoso robo.
Dirección: James Marsh
Michael Caine, Tom Courtenay, Michael Gambon, Jim Broadbent, Ray Winstone, Paul Whitehouse, Charlie Cox
El robo al depósito de seguridad de Hatton Garden, llevado a cabo en el 2015 por cuatro expertos ladrones de edad avanzada, ya tiene tres películas: Hatton Garden: The Heist del 2016 The Hatton Garden Job del 2017, y King of Thieves del 2018. Tres versiones cinematográficas sobre el mismo caso ya es algo abrumador, y más si se presentan una tras otra por tres años consecutivos.
Sin embargo, la tercera versión tenía un gran punto a su favor: la presencia de unos grandes actores británicos, como lo son Michael Caine, Tom Courtenay, Jim Broadbent, Michael Gambon, Ray Winstone y Paul Whitehouse. Con semejante elenco, las probabilidades de fallar eran mínimas. Pero contra todos los pronósticos, El rey de los ladrones constituye una gran decepción.
El director James Marsh (La teoría del todo), nos muestra una y otra vez al maduro Michael Caine haciendo uso del transporte público británico, en una especie de homenaje a la cinta Get Carter. Asimismo, utiliza fragmentos de películas como Escoria y The Italian Job, entre otras, para mostrarnos a los actores en sus años de juventud. Pero a la cinta le falta estilo y elegancia. Vale la pena preguntarse qué hubiera sido de esta cinta en las manos de alguien como Guy Ritchie (Snatch) o Steven Soderbergh (The Limey).
Caine interpreta a Brian Reader, un ex ladrón experto en joyas y recientemente enviudado, a quien acude un hombre identificado como Basil (Charlie Cox de la serie Daredevil) para ejecutar el robo en cuestión. Es así que Reader busca la colaboración del detestable Terry Perkins (Broadbent en un papel inusual), el viperino John Kenny Collins (Courtenay) y el irresponsable Danny Jones (Winston). Y junto a ellos también se unen el alcohólico con incontinencia Danny The Fish (Gambon) y el aficionado a la jardinería Carl Wood (Whitehouse).
La ausencia de humor, la falta de suspenso, la pobre ejecución del robo en cuestión (algo imperdonable en este tipo de películas) y las toneladas de situaciones aburridas, hacen de esta cinta la antítesis de Ocean’s Eleven. El artículo escrito por Mark Seal para Vanity Fair sobre este caso, demuestra que sí se podía haber hecho una muy buena película. Además, el tremendo desperdicio de los actores es algo imperdonable.
P.D. Basil fue identificado y juzgado el 15 de marzo del 2019. De ahí que la información que se ofrece al final de la película esté desactualizada.
Dejar una contestacion