Una chica con un pasado traumático y su novio que ya no la quiere, viajan a una villa remota de Suecia para hacer parte de un ritual pagano. No saben lo que les espera.
Director: Ari Aster
Florence Pugh, Jack Reynor, Vilhelm Blomgren, Will Poulter, William Jackson Harper
¿Puede hacerse una película de terror en la claridad del día? Ari Aster, el artífice de Hereditary (una de las mejores cintas del género en muchos años), acaba de responder a esta pregunta.
Midsommar, la segunda película del director, cuenta la historia de Dani (Florence Pugh), una joven con una terrible tragedia familiar a cuestas. Christian (Jack Reynor), su novio, está aburrido de la relación, pero no termina con Dani para no hacerle la vida peor de lo que ya está. Dani decide viajar con Christian y sus tres amigos estudiantes de antropología: Pelle (Vilhelm Blomgren), Josh (William Jackson Harper) y Mark (Will Poulter), a una villa remota de Suecia donde fue criado Pelle, para hacer parte de un festival pagano que se celebra cada noventa años. Allí, los jóvenes empezarán a darse cuenta de que las cosas no son tan inocentes como parecen.
La premisa hará que los cinéfilos versados en el horror saquen a colación a The Wicker Man, el clásico del horror británico de 1973, en el que un policía cristiano investiga la desaparición de una niña en una isla del archipiélago de las Hébridas, donde sus habitantes le rinden culto a los antiguos dioses paganos de origen celta (en el 2006 se realizó un pésimo remake protagonizado por Nicolas Cage, el cual es mejor olvidar).
Pero la película de Aster, aunque con una temática similar, es toda una obra maestra en su ley. El director y guionista, quien realizó la película mientras se separaba de su pareja, nos presenta una cinta que en el fondo habla sobre el rompimiento de una pareja (en alguna ocasión citó a Secretos de un matrimonio, la película para la televisión de Ingmar Bergman, como una de las principales influencias para Midsommar).
Sin embargo, algo debe quedar muy claro. Midsommar es una película sumamente aterradora. La fotografía de Pawel Pogorzelski (colaborador con Aster en Hereditary), nos introduce en los hermosos paisajes donde vive esta comunidad en apariencia amable, feliz y amorosa, pero que oculta muchos secretos perturbadores. El diseño de producción de Henrik Svensson es exquisito y lleno de detalles casi subliminales. La música de Bobby Krlic es hipnótica y evocadora. Pero toda esta belleza formal contrasta con unas escenas que serán muy difíciles de olvidar (Basta con decir que las muertes en las películas de Aster son quizás las más realistas e impresionantes de la historia del cine).
Esta película cargada de sexo, psicotrópicos y una fuerte violencia, se enriquece gracias a la interpretación de Florence Pugh. Esta joven actriz, quien impresionó en la estupenda Lady Macbeth y que cautivó en Fighting With My Family, logra un complejo retrato de una mujer traumada y dependiente de su pareja quien, gracias al apoyo de la comunidad pagana, logra empoderarse y superar su despecho de la manera más perversa posible.
Ari Aster se toma su tiempo (más de dos horas y media) para construir sus personajes y sentar las bases de lo que está por ocurrir. Aquí, la impaciencia es una mala consejera. Si el espectador logra compenetrarse con los jóvenes turistas, lo que sigue es una experiencia que prácticamente congela la sangre.
Esta película honestamente es muy bonita en términos de fotografía. Las escenas son brillantes y coloridas pero es curioso como todo se siente perturbador por la comunidad aparentemente amable y apasible que habita esta región de suecia. Realmente no pensaba que esta pelicula me pudiera abrumar tanto pero desde que vi el trailer, hasta que ví la película, estuve aterrada de este culto tan particular. Pero si, estoy de acuerdo, la actuación de Florence hace que al principio nos sintamos identificados con su horror, pero luego nos asombremos de como se acopla a este culto pagano donde su tusa se ve resuelta por una sucesion de eventos inesperados. Se siente tan real.