Siguiendo el camino forjado por el cine de Víctor Gaviria, el director Andrés Torres transgrede las fronteras del cine documental con una interesante cinta que explora el mundo de las barras bravas del Atlético Bucaramanga.
Director: Andrés Torres
La fortaleza es una película que puede llegar a confundir al espectador. Algo que puede ayudar a salir de dicho desconcierto es saber que se está ante un documental y no ante un drama argumental. La ausencia de una voz en off, de entrevistas o de testimonios ante las cámaras, hace que un público acostumbrado a un cierto número de características comunes a los géneros cinematográficos, no comprenda que la historia contada por el director Andrés Torres acerca de Jorge, un joven comprometido hasta las entrañas por apoyar a su equipo de fútbol, el Atlético Bucaramanga, no es un relato dramatizado. Por lo menos, no desde un sentido tradicional.
La fortaleza transgrede las fronteras entre el cine de ficción y de no ficción, de un modo que nos recuerda a las primeras obras de Víctor Gaviria (Rodrigo D no futuro, La vendedora de rosas). Sin embargo, también comparte los defectos del cine del director antioqueño: una factura áspera, diálogos indescifrables, potencia irregular. La diferencia radica en que las obras de Gaviria se presentaron como un cine argumental y de ficción (aunque basado en la realidad), mientras que la cinta de Torres nos muestra un viaje real hecho por un grupo de personas reales que van a ser testigos de un evento deportivo real en el que participa un equipo de fútbol real.
No saber esto, puede generar una experiencia muy diferente a la que implicaría ver la película sabiéndolo de antemano. De aquí surgen una serie de interrogantes: ¿Era esa la intención? ¿La fortaleza se debe ver sin saber que es un documental? ¿O se debe ver teniendo la absoluta certeza de que la película de Torres es un extraño espejo que refleja una realidad?
De todas maneras, aproximarse al fenómeno de las barras bravas en Colombia, es un tema inexplorado que este documental se atreve a explorar y esto se agradece con creces. La fortaleza logra evidenciar como la falta de futuro (parafraseando la cinta de Gaviria) de estos jóvenes, y su entorno violento y plagado por la pobreza, se deconstruye a partir del fanatismo por un equipo de fútbol. La esperanza de Jorge y sus amigos no está puesta en ellos mismos y en hacer algo con sus vidas; está en acompañar a su equipo para que este, gracias a su fiero apoyo incondicional, logre triunfar y pasar a la primera división.
Es una lástima que esas ideas tan poderosas y ese particular ambiente lleno de peligro, miseria y salvajismo (pero también de optimismo y camaradería), se desperdicien con una cinta a la que le falta dinamismo, elocuencia y contundencia. Pero no se equivoquen. La fortaleza, ya sea que se vea como argumental o documental, es un trabajo que, como experimento, está del lado de los ganadores.
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