En esta película para Netflix que continúa con la tradición de los dramas escolares, una joven mujer asume el difícil trabajo de ser consejera en una institución poblada por estudiantes que viven en un contexto aversivo y desesperanzador.
Director: Mehdi Idir, Grand Corps Malade
Zita Harnot, Liam Pierron, Antoine Reinartz, Soufiane Guerrab
La remezcla de la canción Rise de Herb Alpert abre la película francesa realizada para Netflix titulada La vida escolar, una cinta en la tradición de los dramas Blackboard Jungle, To Sir With Love, Stand And Deliver, Detachment y Entre Les Murs, por mencionar algunas obras que abordan esa difícil tarea de ser maestro de una escuela poblada por estudiantes de bajos recursos, sin esperanzas y productos de contextos aversivos y familias disfuncionales.
En esta ocasión, la institución en cuestión es Saint-Denis, una escuela pública ubicada en los suburbios de París y que atiende a una población conformada en su mayoría por hijos de inmigrantes. La persona encargada de la misión de salvar a algunos de estos muchachos que no le encuentran sentido al estudio y a los que les cuesta obedecer las normas, es Samita Zibra (Zita Harnot), una joven procedente de Argelia. Samita pide un traslado a Saint-Denis para poder acompañar a su novio, quien debido a un fraude con tarjetas de crédito ha sido recluido en una cárcel de París. Sin embargo, ella ama su profesión de consejera escolar y hará todo lo que esté en sus manos para encaminar la vida de algunos de los estudiantes a su cargo.
La acompañan en su causa la directora de la escuela (Blandine Lenoir); Thierry (Antoine Reinartz), un profesor de historia que se ha vuelto cínico e insensible con el paso del tiempo; Messaud (Soufiane Guerrab), un profesor de matemáticas con una preocupación verdadera por sus pupilos; un profesor de música (Nicolas Chupin) que pone a sus estudiantes a interpretar la flauta dulce; un profesor de educación física (Redouane Bougheraba) al que le gusta experimentar con fútbol en patines y que odia el ping-pong; y Moussa (Moussa Mansaly) y Dylan (Alban Ivanov), dos profesores encargados de vigilar la entrada y salida de los estudiantes, que evitan pleitos y que se divierten haciendo bromas y referencias a Los Simpsons, a costa de sus estudiantes, entre los que se encuentran Kevin, Issa, Seiku, y especialmente Yanis (un estupendo Liam Pierron), el hijo de inmigrantes árabes que tiene a su padre en prisión y con un gran interés por el cine, pero que no le ve mucho sentido a lo que se enseña en las aulas y que no le ve muchas esperanzas a su futuro, especialmente en un contexto en el que la delincuencia es una de las pocas vías para lograr salir de la miseria.
La vida escolar no es ajena a los lugares comunes de este tipo de películas. De hecho, es consciente de ello cuando cierra con la canción Pastime Paradise de Stevie Wonder, la cual fue utilizada por el rapero Coolio para el tema central de la cinta Dangerous Minds, el exitoso drama escolar protagonizado por Michelle Pfeiffer. Sin embargo, la dirección de los ex alumnos de Saint-Denis, Fabien Marsaud (conocido como el rapero Grand Corps Malade) y Mehdi Idir (un bailarín de Hip-Hop) hace que la cinta cobre una buena dosis de realismo, especialmente cuando muchos de los jóvenes son actores naturales que estudian en Saint-Denis en la vida real. Malade e Idir ya habían dirigido juntos una estupenda cinta llamada Paso a paso, acerca de un incidente en una piscina, que dejó al rapero en estado vegetativo por tres meses y luego paralítico por un año.
Que esta película sea también producto de una experiencia personal, hace que esté llena de vitalidad, compromiso y amor, tres aspectos clave que deben poseer tanto un director de cine como un maestro, para que sus obras dejen de ser el reflejo de un mero trabajo y se conviertan en la evidencia de una verdadera vocación.
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