Director: Paul Thomas Anderson
Vicky Krieps, Daniel Day-Lewis, Lesley Manville
La octava película de Paul Thomas Anderson, uno de los mejores directores de los últimos tiempos, es una nueva obra maestra.
Ambientada en los años 50, Phantom Thread nos cuenta sobre la vida del modisto Reynolds Woodcock, un hombre obsesionado con su trabajo y con su forma de vivir. Este, supuestamente, marca el trabajo final de Daniel Day-Lewis, uno de los mejores actores de la historia del cine, quien anunció oficialmente su inminente retiro de la gran pantalla.
Es toda una lástima, ya que su interpretación de Woodcock es una de las mejores de su carrera y una evidencia más del impresionante talento de este intérprete británico.
Con un delicado toque Hitchcockiano (las confesadas influencias de Rebecca, Vertigo y Rear Window son claras para el cinéfilo entrenado), la cinta de Anderson explora en la psique de un hombre supremamente talentoso que quiere que las mujeres en su vida le rindan pleitesía, actúen de acuerdo a sus caprichos y lo ayuden a perpetuar sus rituales. ¿No es esa la idea que muchos tenemos sobre el amor y que no queremos admitir?
Las mujeres de Woodcock son, en primer lugar, su madre difunta, de la cual aprendió su oficio, y en segundo lugar, su hermana Cyril (interpretada de manera espléndida por Lesley Manville), una persona dura e impenetrable que tiene la función de cultivar el talento de su hermano y de poner las cosas en su lugar, incluyendolo a él y a sus amantes.
La tercera mujer importante en la vida de Woodcock es Alma (el mismo nombre de la eterna esposa de Hitchcock), una ex-mesera que logra capturar el interés del hombre y con la cual va a desarrollar una perversa relación de amor y odio, que es mejor no revelar aquí. Vicky Krieps encarna a Alma de un modo pasivo agresivo que es efectivo para hacernos saber sus intenciones y sus deseos sin necesidad de palabras.
Woodcock es un personaje ficticio construido a partir del modisto Cristóbal Balenciaga (un hombre tan recluido en su trabajo, que tan sólo concedió una entrevista en su vida), el ya mencionado Alfred Hitchcock y las experiencias vividas por Paul Thomas Anderson con las mujeres en su vida (la cantante Fiona Apple y la actriz Maya Rudolph). Al igual que con 8 1/2 de Fellini y Vertigo de Hitchcock, Anderson ha utilizado sus propios demonios para crear una obra sublime.
Phantom Thread demuestra el perfeccionismo obsesivo del cine de Anderson (que nos recuerda a Stanley Kubrick): la fotografía, el vestuario, la dirección de arte, la edición, las actuaciones, son de una gran exquisitez. Y es esa colaboración entre Lewis y Anderson, dos hombres obsesivos y entregados a su trabajo, la que logra confeccionar una magnífica cinta.
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