El director de la más reciente adaptación cinematográfica de Macbeth, deconstruye el mito australiano del criminal Ned Kelly y su banda, para convertirlo en una película cruda y violenta, con una fuerte estética Punk.
Director: Justin Kurzel
George MacKay, Charlie Hunnam, Russell Crowe, Nicholas Hoult, Essie Davis
Ned Kelly fue un bushranger (bandolero) que vivió a finales del siglo XIX en Australia. Su actitud desafiante con la autoridad lo convirtió en material de leyenda. De hecho, el primer largometraje en la historia del cine fue The Story Of The Kelly Gang una cinta australiana de 1906, de la cual sobreviven unos 17 minutos. De las diecinueve películas que se han hecho sobre el personaje, se destaca la versión de 1970, en la que Tony Richardson dirigió nada menos que a Mick Jagger para que interpretara a Ned Kelly en la película del mismo nombre; y en el 2003, el fallecido Heath Ledger (quien se consagraría interpretando al Joker, el icónico villano de los cómics) encarnaría a Ned Kelly en una película infravalorada que incluye a un elenco de lujo conformado por Orlando Bloom, Joel Edgerton, Naomi Watts y Geoffrey Rush.
Ahora, Justin Kurzel, director de la excelente versión de Macbeth protagonizada por Michael Fassbender y Marion Cotillard, nos trae una nueva versión del mito, la cual es de una violencia, crudeza y potencia tal, que deja a la familia Shelby de la serie de televisión Peaky Blinders como unas inocentes palomitas.
Aunque el inicio de la cinta de Kurzel advierte que “nada de lo que se va a ver es la verdad”, lo cierto es que su trabajo intenta respetar los hechos históricos y es el menos tímido en abordarlos (la cinta está basada en la novela de Peter Carey del mismo nombre, publicada en el 2001). Pero esto no significa que el director australiano no se tome unas cuantas licencias artísticas, como darle al famoso maleante un hijo que nunca tuvo, adornar la cinta con una banda sonora conformada por música Punk, o mostrar el famoso duelo de Ned Kelly contra la policía (armado y vestido con una coraza de metal), iluminándolo con una luz estroboscópica. Dichos riesgos visuales y sonoros, aquí funcionan a las mil maravillas.
George MacKay, el actor conocido por su participación en la cinta bélica 1917, es el encargado de asumir a un Ned Kelly que aquí es presentado de una manera compleja y con visos psicoanalíticos. A John “Red” Kelly, el alcohólico padre de Ned, le gusta utilizar vestidos de mujer y obligar a su esposa Ellen (encarnada por Essie Davis, la protagonista de Babadook y la esposa del director), a prostituirse con el perverso Sargento O’Neill (Charlie Hunnam). La muerte de “Red” lleva a Ellen a vender a su hijo a Harry Power (Russell Crowe), un bushranger que se convierte en la nueva figura paternal y que introduce a Ned a la vida delictiva. Cualquier parecido con El Topo, el western surrealista y agreste de Alejandro Jodorowsky, puede que no sea una mera coincidencia.
Ned abandona a su mentor Harry y organiza una pandilla con su hermano menor Dan (interpretado por Earl Cave, el hijo del cantante Nick Cave, quien a propósito fue el guionista de el fabuloso Western australiano La proposición). Es así que Ned, Dan y sus dos amigos, Steve Hart (Lewis Hewison) y Joe Byrne (Sean Keenan), conforman el famoso Clan de los Kelly, una pandilla de delincuentes que se identifica con los Hijos de Sieve (un grupo que se rebeló ante las autoridades irlandesas), y que utiliza vestidos de mujer para cometer sus crímenes.
Pese a que, en apariencia, Ned y sus amigos defienden la violencia y la actitud agresiva inherente al machismo, lo cierto es que la película nos deja ver la bisexualidad tanto de Ned como de su enemigo, el guardia Fitzpatrick (interpretado de una forma amenazante, pasivo-agresiva e hipersexuada, por un estupendo Nicholas Hoult).
La magnífica fotografía de Ari Wegner (Lady Macbeth) y la música envolvente Jed Kurzel (hermano del director), así como Everywhere, la poderosa canción de la banda punk Fleshlight (conformada por los actores de la cinta), ayudan a contar la historia de Ned Kelly con toda la fuerza y crudeza necesaria para deconstruir el mito y generar un serio cuestionamiento sobre cómo la pobreza, la ignorancia y la desigualdad, conducen al resentimiento, el crimen y la violencia. Kurzel convierte a Ned Kelly en una especie de maléfico Robin Hood que se une con un grupo de hombres infelices para destruir y enfrentarse a todos los que estén en su contra.
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